EL PORTAL EN EL TELEFÉRICO
Un día, Sandra, Isabel y Martina estaban en su casa y Martina las llamó para ir juntas al teleférico al día siguiente. Sandra, a la mañana siguiente, fue hacia el teleférico del puerto y vio que las chicas estaban allí haciendo cola.
- Hola, Sandra, por fin llegas, llevamos media hora esperando. ¿Qué hacías, porqué tardabas tanto? –preguntaron.
– Me estaba duchando –contestó.
– ¿Te estabas duchando, en serio? –dijo Martina, con una cara rara.
Estuvieron un rato esperando y por fin les tocó, entraron en el teleférico y había una especie de mantas, y Sandra las levantó porque tenía curiosidad por saber qué había. Lo levantó y se cayó dentro de un agujero. Isabel y Martina pensaban que se había caído del teleférico, pero entonces ellas también se cayeron dentro, no se habían caído del teleférico, habían entrado como en un portal.
– ¿Dónde estamos, nos hemos matado? – preguntó Sandra asustada.
– No, bestia, no nos hemos matado, es como si fuera un portal mágico -dijo Martina.
– Es imposible, los portales mágicos no existen -replicó Isabel.
– Pues parece que sí -respondió Martina.
– ¡Qué frío! –exclamó Isabel. Miraron a su alrededor y era como un bosque nevado. ¿Cómo podía ser posible que hubiera un portal en un teleférico y aparecer en un bosque nevado en pleno verano?
– Hola -dijo una voz cercana.
– ¿Quién anda ahí? –preguntó Sandra.
– Hola -saludó la voz que salía de los árboles.
– ¿Quién eres? –preguntó Martina, aterrorizada, porque era una persona… Bueno, no sé bien si era una persona... ¡Pero vamos, que era un unicornio!
– Vivo en este bosque, me llamo Peter –contestó Peter.
– ¿Qué sitio es este, hemos entrado por una especie de portal mágico? –dijo Isabel.
– Entiendo, osea que no sois de aquí, sois forasteras -comentó el unicornio.
– Exactamente -explicó Martina.
– Tengo una idea, ¿qué tal si os enseño el bosque? -preguntó el unicornio.
– Vale, me parece bien -aceptó Sandra.
Las llevó hasta una especie de aldea con mini casitas nevadas, era muy bonito, también era bonito ver las montañas y todo el paisaje. Las llevó hasta una pista de patinaje y se lo pasaron super bien.
Fue una experiencia inolvidable, se lo estaban pasando bien hasta que apareció una niebla inmensa y tras la niebla apareció una bruja, pero no como os la estáis imaginando, fea… sino guapa, con un vestido negro… Sandra se acercó para verla mejor.
– ¡Sandra, noooo! –gritó Isabel. La bruja se llevó a Sandra. Así que decidieron seguirla, la siguieron hasta un castillo y entraron.
– ¡Suelta a mi amiga! -gritó Martina.
– ¡No no y no! –respondió la bruja.
Isabel y Martina hicieron un plan para engañar a la bruja.
– ¿No oyes eso? Te llama tu gatito -dijo Martina.
– Pues no, no lo oigo –respondió la bruja.
– Pues creo que está llorando -dijo Isabel.
– Ay, mi pobre gatito, ya voy, Miau miau -dijo la bruja.
Cuando se fue, desataron a Sandra y se fueron del castillo. Llegaron a la aldea, se despidieron de todos y se fueron hacia el portal.
– Adiós –se despedían sus nuevos amigos. Se metieron en el portal y volvieron al teleférico.
Volvieron a casa, recordando la super-mega aventura que habían vivido. Le intentaron contar a alguien lo que habían vivido y no solo a una persona, pero nadie las creía, era un poco evidente que nadie se creería semejante historia de locos.
A partir de ese día, cada día iban al teleférico a ver a sus amigos, a jugar y todo. Se lo pasaban tan bien en el bosque del teleférico, que hasta la bruja se había vuelto buena.
Categoria de 8 a 12 anys. Salesianas sepulveda