Sueños hechos realidad
En tiempos de maricastaña, vivía un niño llamado Charles, cuya vida no era la ideal, y que, pese a todo, acabó cumpliendo su verdadero sueño.
Él vivía en una situación difícil, ya que su familia, era muy pobre. Esta circunstancia, evidentemente, le perjudicaba mucho en su día a día, puesto que no podía hacer muchas cosas que otros niños sí podían hacer, como, por ejemplo, ir al colegio, tener un buen hogar o luchar por sus sueños. El sueño de Charles era ser un gran actor. Cuando Charles explicaba a la gente lo que quería ser de mayor, todo el mundo se reía, porque no se podían creer que un niño como él pudiera alcanzar una meta tan ambiciosa.
Un día, Charles encontró un libro en la calle. Uno de los especiales: se titulaba Hamlet. Al chico le encantó, porque hacía tiempo que conocía ese libro. De hecho, había escuchado de su existencia hacía ya unos años, cuando un señor en esa misma calle había contado la historia de ese libro a unos muchachos. Charles leyó el libro y aprendió a interpretarlo de manera excelente en muy poco tiempo.
Días más tarde, mientras caminaba, vio en un bus de TMB a un hombre que tocaba estupendamente con simplemente unos cubos de pintura. Charles se quedó impresionado, no se podía creer que se pudiera hacer tal cosa con dos simples cubos. Bien mirado, no era extraño que se sorprendiera tanto, ya que provenía de un mundo muy limitado y escasamente imaginativo. Entonces, a Charles se le ocurrió la excepcional idea de interpretar a Hamlet en el metro. ¿Qué podría salir mal?
Por fin, una semana después de prepararlo todo, se fue al metro y lo dio todo. La gente le miraba, susurraban cosas sobre él, otros simplemente le admiraban. Todo fue bien, pero lo más importante sucedió dos horas después. En la parada del metro de Diagonal, donde Charles actuaba, pasó un hombre, pero no uno cualquiera: era ni más ni menos que Croff, un actor muy conocido en los teatros por interpretar obras fantásticas como Rigoletto o Tri Carti.
Justo cuando Charles estaba pronunciando la famosa frase “Ser o no ser, esa es la cuestión”(y con la célebre calavera en la mano), Croff se maravilló con el talento del chico. Simplemente, era un talento impresionante. El prestigioso actor esperó hasta que el chico acabara su actuación. Al finalizar, no hizo más que aplaudir. Seguidamente, se acercó a él y le preguntó su nombre. “Charles”, contestó el chico. Después, Croff le preguntó si querría actuar en el teatro Opra, el teatro más conocido de esos tiempos. Charles no podía creerse que sus sueños se estuvieran haciendo realidad. Enseguida aceptó, y dio las gracias a Croff, que además iba a ser quien le perfeccionaría su talento, hasta hacer de él una estrella.
Unos meses más tarde, Charles se convirtió en un joven actor muy conocido que interpretaba obras magistrales. Ganó mucho dinero y se compró algunas cosas, aunque no muy lujosas. Pero lo verdaderamente admirable fue que Charles volvió a su barrio, donde repartió dinero y transmitió a los niños que había allí la idea de que no se rindieran y que lucharan por sus sueños.
Categoria de 13 a 17 anys. Institut Miquel Tarradell