Aventura en el metro
Nos subimos al metro en plaza de Cataluña. Somos Laia, Nuria, Clara y yo, Dana. Las puertas se cierran y nos sentamos sacando nuestros móviles, como de costumbre. Pero hoy pasa algo raro. Clara es la primera en darse cuenta. Me señala discretamente a un hombre que está a un par de asientos a la izquierda. No es viejo, tampoco joven. Tiene la mirada perdida y la mandíbula tensa. Lleva una mochila pequeña y las manos en los bolsillos de su chaqueta.
-Ese tío me da mal rollo, -susurra Clara.
Laia y Nuria levantan la vista de sus móviles. Miran al hombre disimuladamente.
-Está como empanado, -dice Nuria, encogiéndose de hombros. -A saber, igual ha tenido un mal día.
No sé por qué, pero algo no me cuadra. El metro sigue su ruta. En cada parada, el hombre no se mueve ni levanta la vista. Permanece sentado y con las manos en los bolsillos.
-Vamos a cambiarnos de vagón en la siguiente parada, -dice Laia en voz baja.
Decidimos hacerle caso. En Verdaguer, nos levantamos y salimos lo más rápido posible. Caminamos hacia la otra puerta. Nos miramos entre nosotras y soltamos una risa nerviosa y de alivio.
-¡Vaya paranoia nos hemos montado! -dice Clara.
-Ya, es que íbamos en plan peli de suspense… -añado.
-En serio, ¿y si nos estábamos imaginando cosas? -pregunta Nuria aunque su voz no suena muy convencida.
Nos quedamos en silencio. Miramos a los lados. Este vagón está menos lleno, hay un grupo de turistas, un señor con un periódico y una pareja que parece estar discutiendo en voz baja. El metro arranca y empezamos a hablar. De repente, oímos un sonido fuerte y seco en uno de los vagones cercanos. Nos miramos preocupadas.
-¿Lo habéis oído? -pregunta Laia flojito.
Antes de que podamos decir nada, un grito nos asusta. Nos levantamos y nos acercamos a la puerta que separa los vagones. A través del cristal vemos lo que está pasando. Un chico se estaba peleando con el hombre que nos daba mala espina. Y en su mano aguanta algo que brilla. ¡Un cuchillo! Nos quedamos todas paralizadas y muy asustadas.
De repente, sin darnos cuenta, llegan los de seguridad. El chico que lo sujetaba se aparta en cuanto los guardias lo rodean. Le quitan el arma al hombre, lo tiran al suelo y le ponen las esposas. Nosotras nos miramos con los ojos muy abiertos. El metro arranca sin nosotras dentro. Estábamos en “shock"
-¿Habéis visto eso? -pregunta Nuria con voz temblorosa
Las demás decimos que sí pero sin articular palabra.
-Ese chico nos ha salvado… -dice Laia.
Buscamos al chico con la mirada. Parecía tranquilo. Tiene la manga de su chaqueta rota y un arañazo en el brazo. Nos acercamos a él.
-¿Estás bien? -pregunto.
Nos mira sorprendido, luego sonríe aunque su mano aún seguía temblando del susto.
-Si, solo ha sido un susto.
Nos quedamos en silencio un momento. Luego Clara suelta una carcajada nerviosa, como siempre hace en momentos serios.
-¡Menudo subidón de adrenalina, nunca había visto algo así! -dice, y todas nos reímos aunque seguimos asustadas.
El chico se presenta como Adrián. Nos explica que vio al hombre comportándose de manera rara y que le parecía que se sacaba algo del bolsillo, así que decidió actuar antes de que pudiera hacer daño a alguien. Y nosotras entendemos que tuvimos razón en desconfiar.
El tren siguiente llega. Nos subimos aún con los nervios en el cuerpo. Pero ahora sabemos algo que no olvidaremos nunca: a veces tu instinto no se equivoca. Y también que a veces los héroes no llevan capa, sino chaquetas rotas y arañazos en los brazos.
Categoria de 13 a 17 anys. Institució Igualada