La ciudad de los sueños
Barcelona, la ciudad de los sueños, o así la llamábamos en mi casa. Me llamo Pablo, tengo 20 años, soy el mayor de 7 hermanos, y como hermano mayor que soy, tengo la responsabilidad de mantener a mi familia. Sin embargo, no es tan fácil como pensé en un primer momento.
Vine a Barcelona con tan solo 17 años. Cuando llegué, estaba completamente solo, y no tenía ni la más remota idea de por dónde empezar esta nueva vida. No era más que un niño con un mundo completamente nuevo por delante, lleno de expectativas y sueños.
Yo era un chico activo y con iniciativa. Ya desde pequeño me encantaba ayudar a mi madre con el tractor o dar de comer a los animales del establo. Así que, nada más llegar, me puse manos a la obra para encontrar un trabajo. Empecé por Internet, pero nunca se me había dado bien la tecnología. Así que recurrí a lo tradicional y me fui en busca de tiendas que buscasen personal.
Entonces fue cuando empezó lo que posteriormente se convertiría en mi pasión actual. Comencé mi búsqueda a pie, sin embargo, pronto me di cuenta de que no iba a ser suficiente, así que pensé en un método de transporte asequible para desplazarme. Y ahí fue cuando lo encontré, el Metro de Barcelona.
A lo largo de mi desesperada búsqueda de trabajo, había visto múltiples entradas subterráneas muy curiosas, por las cuales decenas de personas entraban y salían constantemente. Al enterarme de que era un método de transporte, algo en mí se encendió. No había sentido esa sensación en mi vida. Ahora, sé que era curiosidad y admiración. Al adentrarme, mis sentidos se saturaron.
Al bajar las escaleras, me sumergí en un mundo totalmente desconocido. El ambiente estaba cargado, con las voces de todas las personas, mientras una armonía melodiosa emanaba de un pequeño hombre que tocaba el acordeón en una esquina. Su impresionante talento me cautivó. Sin darme cuenta, me había acercado al instrumento y su preciosa melodía. Al bajar la mirada, observé un pequeño sombrero de copa con unas sucias y escasas monedas en su interior.
Entonces le pregunté por qué tocaba en el metro, y no en otro sitio más visible. El señor me respondió “Este lugar esconde una magia que pocos entienden pero que a muchos afecta.” Ese día no entendí el significado de la frase, sin embargo, ahora puedo afirmar con orgullo que lo entiendo.
Al ver mi cara de desconcierto en aquel momento, él me preguntó que si quería que me guiase por el metro, ya que me vio un poco perdido. Y yo, con ansias de conocer a aquel incomprendido músico del metro, accedí. Y así nos embarcamos en una ruta a través de las diferentes paradas de la línea L3.
Empezamos en Pl. España, y cuando me metí en el vehículo de hierro todo empezó a moverse. Yo crecí en un pueblo remoto en el centro de España, y para mí todo aquello era nuevo. Era como viajar en una nave espacial, que te trasladaba a distintos universos en cada parada, con un ambiente y una gente totalmente diferentes. Me enamoré de tal manera que lo único que podía pensar era cómo pasar más tiempo dentro.
Ahí fue cuando Álvaro, mi amigo del acordeón, me iluminó con una gran idea ¡Podía trabajar en el metro como conductor! Desde ese día empecé a estudiar para sacarme el carné de conductor de metro. Después de dos largos meses, finalmente sucedió. Empecé mi primer día de trabajo, y como me esperaba, fue el día más feliz de mi vida. Gracias a mi trabajo, pude pagarles el viaje a toda mi familia para que viniesen a vivir conmigo. Así fue como el metro cambió mi vida.
Categoria de 13 a 17 anys. Fert Batxillerat