Afán de supervivencia

Clara

Las antiguas columnas ofrecían sombras espectrales que ella interpretó con un terror ancestral, su corazón se agitó y la joven sintió un martilleo en las sienes. El viento rugía con fuerza y sus cabellos dorados se doblegaron ante su furia. Buscó con desesperación algún lugar en el horizonte donde la brillante noche no revelara su refugio, pero la luna, en todo su esplendor, iluminaba aquel lugar decadente. Tomó aliento y se preparó para correr hacia las edificaciones de los antiguos, estaba prohibido, la escritura así lo había transmitido generación tras generación, pero poco le importaba ya, solo quedaba ella, o al menos es todo lo que sabía después de que aquellas voraces criaturas atacaran su poblado. Los aullidos no se hicieron esperar, estaban cerca. Las primeras gotas de lluvia empaparon aquella tierra yerma y baldía, era una oportunidad del destino, el brillo de la noche languideció por un largo instante y la bruma se hizo dueña de la noche. Corrió entonces como si las bestias en forma de la muerte fueran a alcanzarla irremisiblemente, como si no hubiera un mañana y ella se aferrara a la vida por el afán de la supervivencia, a pesar del destino anunciado. Galopó entre las sombras, dejando atrás las dunas y adentrándose en un laberinto de ruinas, piedra y cemento que quedaban culminadas por espectrales edificaciones cubiertas de hiedra y deformadas por el capricho de la naturaleza…


 


Una voz anunciando la parada Clot hizo que Clara se sobresaltase, había estado tan absorta escribiendo su nuevo relato que no se había dado cuenta de que estaba llegando a su destino.


Cerró el manuscrito y observó por un momento a las pocas personas que viajaban con ella en el vagón, detrás de cada rostro oculto por una mascarilla había una historia que hablaba de ellas, de sus inquietudes, anhelos, temores...


Sintió un leve estremecimiento, pues su desbordante imaginación le había hecho crear una historia que no sabía como terminar. Desde la llegada de la pandemia que asolaba el mundo había pensado en multitud de escenarios posibles, quizás este relato era el más aterrador que había escrito.


Cuando se abrieron las puertas Clara recorrió los túneles pensado en cómo terminar aquel cuento. ¿Qué final le daría a la historia de aquella niña sola y desamparada en un mundo que no parecía tener futuro para la humanidad?


 


Un sol radiante bañaba las calles, hacía una semana que las restricciones por el virus habían dado paso a una moderada vuelta a la normalidad. Las cotorras graznaron a su paso mientras que la joven observaba que ya habían vuelto a abrir su café favorito. Se sentó y saludó al camarero, pidiendo la infusión de roiboos muy caliente, como a ella le gustaba. Clara sacó su portafolio y afiló la punta del lápiz.


Observó como una niña de cabellos dorados jugaba con su hermano mientras los padres de éstos sonreían. Le había venido la inspiración… La niña se encontraría con los pobladores de aquellas ruinas y un nuevo comienzo se abriría paso para la humanidad, pues aquella pequeña portaría la llama de la esperanza.


Aún había que pulirlo, tenía que concretar cómo aquella pequeña podía llevar esperanza a aquellas personas, pero ya sabía cómo empezar…


 


Dio un sorbo a su infusión y las ideas empezaron a brotar en su mente…

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