Regresando al hogar

Erknu

Sábado por la noche y regreso a casa con el "toque de queda" impuesto por el  Coronavirus ¡Qué normalidad más rara! No podemos escoger hasta qué hora salimos ni dónde ir. Después de esta pequeña protesta de autojustificación empiezo a observar la fauna de mi alrededor: grupos de amigos que van o vienen. Son jóvenes, ahora, con las alas cortadas.


La luz del metro por la noche es tenue y gris, dándonos un aspecto demacrado a todos los pasajeros. Justo enfrente veo a un hombre de piel morena, posiblemente sudamericano. ¿Cuánto tiempo lleva en Barcelona? ¿Vino esperando una vida mejor? Recuerdo, hace unos años, a una mujer mexicana que comentó que sí: en Europa podía tener más pares de zapatos pero le faltaba tiempo. ¡Qué  gran verdad!


Y este hombre va dormido con una mano dentro del vaso de cerveza. ¿Por qué se ha dormido? Tengo un impulso de acercarme y despertarlo. Me contengo. Quizás se pasó la parada.  ¿Duerme porque va borracho y viene de fiesta con los amigos? No, no creo. Va bien vestido y con la mascarilla puesta.  Acabó su turno de 12 horas de trabajo en un restaurante del centro de Barcelona; cuando no está sirviendo mesas, lo ponen a limpiar cazuelas y al cierre le toca fregar el suelo. Horarios esclavos para personas que luchan por una vida mejor.


Y siendo sábado quería disfrutar de una última chela antes de caer rendido, junto a su mujer. En ese oscuro  y húmedo piso donde viven para ahorrar.  Para que sus hijas tengan un futuro mejor.  Con un poco de suerte al llegar a la última parada despertará y la cerveza, gracias a los dedos introducidos en ella, se habrá salvado. Algo caliente pero aún espumosa: podrá disfrutar de un pequeño placer en una ciudad sin fin.


 


 

T'ha agradat? Pots compartir-lo!