Después de la tormenta
Llueve en Barcelona y no quiero perder el bus que me acerca a ella cada noche.
Ya la distingo de entre todos, mientras sube con su pelo mojado.
Sentirla cada noche pegada a ti en el trayecto del bus y no poder decirle lo que sientes es frustrante.
Ella, con su largo pelo moreno empapado, me sonríe al sentarse sin percatarse de que mi corazón late mas deprisa cada vez.
Parezco vivir en un bucle temporal del que no quiero despertar, aun sabiendo que ese bus de Barcelona directo a Sants Estació es la última parada del día y nuestra separación.
Debería decirle lo que siento y lo que me está pasando, pero me creería un loco y el mundo que gira en mi cabeza podría desaparecer.
Me conformo con volverla a ver introducir su cassette de Franco Battiato en el walkman cada noche y tararear:
“Y gira todo en torno a la estancia, mientras se danza, danza…”
Quedan dos paradas, es mi oportunidad y estamos solos, pero ¿cómo se le dice a una chica que ¡Uno es un vampiro y que se ha enamorado de ella!
En el siglo XXI, y después de tantas pelis de terror adolescente, gritaría que la está acosando un pirado vestido de negro.
Si algo me ha dado la inmortalidad es paciencia, saber esperar el momento.
20 minutos de trayecto entre Plaça Catalunya y Sants Estació dan para mucho y creo que hoy es el día (o la noche).
Vale, relájate y como quien no quiere la cosa empieza a decirle que: “¿Llueve mucho, verdad?”
Empezamos mal, ni me ha mirado.
“Si quieres, tengo un pañuelo para que te seques”, peor aún, me ha mirado y ni me ha dirigido la palabra.
Está claro que es de esas chicas que no aceptan cosas de un desconocido y más si el desconocido tiene 277 años, viste como Marilyn Manson y tiene la pinta de Justin Bieber.
Tengo que actualizarme e intentar estar en “la onda”, no creo que me ayude tener un aparato VHS con pelis de los 80s como “Jóvenes Ocultos” o “Los Goonies” y escuchar la misma música de “The Cure” o “Spandau Ballet” una y otra vez.
Comprare algún vinilo (ya estamos otra vez con lo retro) de Rosalía o Nathy Peluso y entraré en su mundo adolescente.
Volvamos a lo que realmente importa, el aquí y ahora.
Ella está aquí, y sólo me ha mirado y sonreído al sentarse, creo que eso es un mensaje de que al menos no le doy miedo, ya que el bus está medio vacío a estas horas.
Volveré a intentarlo. “¿Eres de Barcelona?”, a lo que ella me responde: “Sé quién y qué eres, te llevo observando varias noches, ¡soy lo mismo que tú! , así que déjame buscarme el sustento vital y sal de este agujero de gusano en el que estamos metidos cada noche.
A través del cristal de aquella noche lluviosa
Vi alejarse la última esperanza de volverla a ver.
¡Aunque nunca se sabe!