El misterio del 59

Lamire

En el autobús, a veces, pasan cosas inesperadas.


Cada día cojo el 59 hasta las Ramblas y me bajo en el Liceu para ir a la universidad.


Me gusta ver mi ciudad despertarse, ver las luces encendidas en las ventanas de las casas, me imagino como están decoradas y las vidas de sus habitantes ..soy cotilla.


Pero sobretodo, me gusta ver a las personas que suben y bajan con sus vidas a cuestas, imaginando como será su día.


En el 59 conocí al sr. Pere Juan, la persona más misteriosa que he visto nunca.


Cojo el bus en Hospital Clínic cada día a las 8:30. Suelo encontrar sitio al final, lugar estratégico para observarlo todo.


Ese martes tenía dibujo técnico, no me gusta esa asignatura.


Iba pensando en eso cuando vi subir a la señora Amparo.


Iba al Hospital del Mar, como cada día, para estar con los enfermos que están allí solos, sin familia. Les hacía compañía, lo sé porqué me lo contó uno de los días que nos sentamos juntas.


La saludé con la mano y ella me sonrió.


Fue entonces cuando vi a un señor muy alto, no lo había visto antes.


Llevaba un sombrero negro, un poco viejo, pensé, y un abrigo largo.


Su cara era una mezcla de sorpresa y miedo y parecía estar muy cansado.


Había un lugar vacío a mi lado, aunque demasiado lejos de él como para decírselo. Dudé si avisarle, pero soy buena leyendo a las personas, así que seguí mi instinto y me levanté un poco:


-Hola, hay un sitio libre aquí si quiere sentarse.


No me miró...


Pensé que quizás no me había escuchado: 2Señor, puede usted sentarse aquí si quiere."


Levantó un poco la mirada y vi sus ojos azules, tristes y asustados.


Se acercó y se sentó con un gesto de cabeza a modo de agradecimiento.


-¿Se encuentra bien? -pregunté


-Esto ha cambiado mucho -Su voz era profunda. De cerca, parecía aún más mayor- ¿Hacía tiempo que no venía por aquí? -le pregunté, como ya dije soy un pelín cotilla.


-Eso creo. ¿En qué año estamos?


Le miré, sorprendida:


-En el 2005 -dije.


-Entonces sí hace mucho que no venía por aquí... más o menos un siglo.


Sonreí, pero me encontré con un gesto serio y misterioso que no sonaba a broma.


Nos miramos por unos segundos.


-Me llamo Pere Juan -dijo.


-Yo Lita -contesté.


-Intento llegar al Liceu.


-Ah, yo también me bajo en esa parada. ¿Vive usted por allí?


Pareció dudar si contestar o no y finalmente dijo:


-Algo así, no lo vi acabado y me gustaría verlo.


No estaba entendiendo nada. ¿Cómo que no lo vio acabado? Por lo que yo sé, el Liceu lleva ahí más de...¿100 años?


Pensé que igual estaba desorientado, tenía algún problema de memoria y estaba mezclando cosas.


Me pidió que le explicara lo que se veía a través de las ventanas: los edificios, los coches. Parecía que los viera por primera vez. Nos bajamos juntos y observé cómo su cara iba cambiando, parecía de repente mucho más joven, sus ojos azules brillaban y por primera vez sonreía, con la vista clavada en el Liceu.


La gente cruzaba las Ramblas y lo perdí de vista. Lo busqué por todos lados de la calle, hasta me asomé al Liceu para ver si estaba dentro.


Ni rastro, se había esfumado.


Llegaba tarde a clase, así que me fuí pero no pude concentrarme en todo el día, no dejaba de pensar en lo que me había dicho.


Y si...no, no inventes Lita, esas cosas no pasan.


Al volver a casa me acerqué al Liceu, pero no había nadie.


Al día siguiente cogí el 59, como siempre me senté en el mismo sitio del día anterior y vi algo que me dejó sin respiración.


Una rosa con una tarjetita en la que ponía: Gracias, Lita.


Y el sombrero del Señor Pere Juan.

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