EDUARDO SE QUEDA A CUADROS
Hastiada, saltó del cuadro donde vivía, inmortalizada por un célebre pintor, recibiendo su clase de ballet en 1890. Corrió por el museo, salió a la calle, se adentró en las Ramblas y se metió en la estación de metro de Catalunya siguiendo la música que salía de allí. Fascinada, se quedó mirando a un grupo de jóvenes que bailaban en el vestíbulo. Se quitó las zapatillas de ballet y se unió a ellos.
-Disculpe, caballero, ¿Qué ritmo es este? –preguntó al joven Eduardo.
-¡Pero tía! ¿De dónde has salido? Esto es reguetón .
Eduardo pegó su cuerpo al suyo en un baile que a ella no le pareció muy decoroso, pero que a la vez le agradaba.
-Me gusta esta música y no el dichoso ballet que me obligan a practicar, pero debemos mantener las distancias.
- ¿Las distancias? ¿Por qué? ¡El covid ya ha pasado!
- ¿Covid? No sé de qué habla, caballero, yo lo digo porque si nos ve algún conocido deberá casarse conmigo o batirse en duelo.
- ¡Que cosas más graciosas dices! Meestás dando material para componerte una canción, ¿Cómo te llamas? - preguntó Eduardo riendo, perplejo.
-Violeta – le dijo mientras se ponía las zapatillas y corría para volver a entrar en el museo y meterse en su cuadro, antes de que algún visitante o el vigilante la echara en falta.