Diecisiete años

Un tipo anodino

Era muy sencillo: no quería seguir con ella. Se lo dije. "No quiero seguir contigo". Creo que fui bastante claro. Yo ya estaba bastante quemado por todas las mil cosas que habían pasado. Y no quiero decir que ella tuviera la culpa de todo, no. Ni me voy a poner yo como el gran responsable porque no lo soy. Era la situación que estábamos viviendo. Eran sus padres. Era que teníamos diecisiete años y yo no quería vivir amargado ni agobiado. Era que no quería tener que justificarme por querer tener una vida normal. Yo no tenía la culpa de que sus padres fueran dos demonios. Intenté salvar la situación más de una vez. Intenté hablar de adulto a adulto con su padre, con su madre. Creía que podría solucionar el problema, ingenuo de mí. No puedes cambiar la mentalidad de nadie, chaval.


 


Mientras pienso todo esto y veo a la gente pasar junto a nosotros y marcar sus billetes en los tornos, me pasa por la cabeza que por suerte no estamos teniendo una escena vergonzosa en público. Ella mira a un lado, a otro. Agacha la cabeza. Me mira indignada. No se puede creer que me vaya a rendir.


 


"¿Es que no me quieres?"


"Ya te he dicho que no puedo seguir así. Estoy empezando a tener ansiedad y sé que no me estoy comportando como siempre lo había hecho. Necesito poder vivir una vida normal."


"Ah, y yo no."


"No he dicho eso."


"No me has contestado."


"¿A qué?"


"¿Ya no me quieres?"


 


¿Qué podía decir? Fuera lo que fuera, estaba perdido. Intento encontrar las mejores palabras mientras miro mi T-Usual y me recuerdo que dentro de dos días tendré que recargarla.


 


"A ver, no es que no te... Cómo puedo decirlo... No es que no te quiera. Sí que es verdad que ya no estoy tan ilusionado como antes. No hemos tenido una relación normal. Llevamos ocho meses así y yo ya no puedo más."


"Así que me quedo tirada y me como yo el marrón, ¿no? Y ahora tú te vas en metro a casa, a ver la tele tranquilamente y yo me tengo que ir a mi casa a vivir mi asquerosa vida con dos personas que no me dejan ser ni esto de feliz."


 


No se me ocurre nada que decirle.


 


"Me prometiste que te quedarías conmigo, pasara lo que pasara. Pero a la primera te rajas."


"¡No! ¡No dejo que digas eso! No es verdad. Han sido ocho meses así. Y tú también me lo has puesto bien difícil haciéndome sentir culpable por tener una vida que siento mucho que tú no tengas. Yo no tengo la culpa de eso."


 


Voy a llegar tarde a casa si no acabo ya con esto y no tengo ganas de que me castiguen.


 


"Lo siento."


 


Ella desvía la mirada. Luego me mira con cierta desesperación, como buscando mi aprobación.


 


"¿Y si me voy contigo?"


"¿Cómo, conmigo?"


"Contigo. No quiero volver a casa. Quiero irme a tu casa, estar contigo. Por una vez, me gustaría ver a unos padres amables. Seguro que me tratarían bien."


"¿Sabes la que se liaría si lo haces? No, no, no."


 


Me acerco a ella y la abrazo. Ella me agarra fuerte. Clavo la nariz en su cuello, huelo su pelo, acaricio su espalda.


 


Tengo la tentación de besarla. Deseo besarla. No quiero que esto se acabe. No es justo para ella. Ni para mí. No sé si quiero dejarla o no. Ya no tengo nada claro.


 


No tendría que haberla tocado.


 


Me separo de ella.


 


"Tengo que irme. Si sigo perdiendo metros acabaré volviendo a pata a casa."


"Claro."


"No voy a dejarte del todo. Voy a seguir viéndote de vez en cuando. Quiero saber si sigues bien."


"Sí. Vale."


 


Paso la tarjeta por el lector. Se abren las portezuelas.


 


"No me has contestado todavía."


"¿El qué?"


"Si me quieres."


 


Siempre te querré.

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