Tinder en el metro

Daniela

Como cada día tomo el metro a las 8:37 a.m. para ir a trabajar, es un cálculo muy exacto ya que sé que me esperan 10 paradas hasta llegar a mi destino. Ni un minuto antes ni uno después, me gusta llegar a tiempo.


Subo e intento buscar un lugar para sentarme, veo que alguien se pone de pie y me apresuro a sentarme, lo he logrado. Aunque la mujer del otro lado no piensa lo mismo. 


En la siguiente parada el metro se para de golpe y se apagan las luces, rápidamente todo vuelve a la normalidad y una voz indica que hay una incidencia y estamos atrapados, nadie puede entrar ni nadie puede salir.


Agarro el móvil para leer algo mientras espero, haciendo scroll con el dedo me encuentro con un viejo amigo en mis aplicaciones, dudo entre abrirlo o no, han pasado meses y terminamos muy mal. Con el dibujo del fueguito, Tinder me da la bienvenida nuevamente y me pregunto si quiero actualizar mis fotos. No lo hago, total yo solo estoy aquí de visita, no busco nada. 


Comienzo a mirar, no, no , uff ya no recordaba cuanta gente rara hay aquí. Fotos con perros, gatos, bebés, sin camiseta, surfeando, lo mismo de siempre. 


De pronto una foto capta mi atención, es un chico leyendo en el metro, coleta, camisa de cuadros, típico de "hazme una foto sin que me dé cuenta”. Siguiente foto él, con un enorme bol de fideos chinos, solo se le ven los ojos y la tercera una gran sonrisa. Me gusta, pienso.


Leo su bio: La primera foto no la pedí, pero me gusta. Como todos, paso demasiado tiempo en el metro y a veces solo prefiero leer. Fan de la comida china. 


Me sonrojo, creo que es divertido, tiene un algo. 


Han pasado 10 minutos y la gente comienza a estar tensa, llamadas al trabajo avisando de que llegarán tarde, el típico de al lado que quiere quejarse de lo mal que lo hace la alcaldía y de pronto mis ojos se mueven al frente y allí sentado está él. El chico de Tinder, leyendo un pequeño libro del que no logro descifrar el título, debo decir que es guapo y tiene ese algo que se ve mejor en persona que en fotos. 


Me decido y le doy un super like, es que con estas cosas hay que dar el 100% o nada. De pronto, veo que saca el móvil, ¿estará mirando mi perfil? me pregunto.


Debí quitar la foto de la playa, es solo el mar, no se ve nada. 


Recibo un mensaje, y es un hola de él.


¡Ahhhh!!! grito, dentro mío. 


Tengo que pensar una respuesta creativa, natural pero divertida. 


El metro vuelve a moverse, dudo entre decirle que estoy aquí, guardo el móvil y pienso que algún día nos reiremos de esto. Me he montado en la cabeza 3 años de relación, viajes, salidas al cine, restaurantes, domingos en el sofá, miles de libros por leer.


Mientras me perdía en esos pensamientos, he llegado a mi parada, él también baja. 


Es el destino, lo sé, como esas novelas románticas que tanto me gusta leer.


Voy detrás de él con el móvil y la conversación abierta.


Cuando estoy por acercarme, de pronto aparece una chica, lo coge por el brazo y le da un beso. Me quedo de piedra, ambos me miran porque estoy de pie frente a ellos sin decir nada, pido disculpas y pregunto una dirección al azar, me dan indicaciones y me voy lo más rápido posible.


Y así como si nada me he salvado de otro capullo de Tinder, pero al menos tengo una historia divertida para compartir.


 


 

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