Como un sueño

period

La habitación se encontraba a oscuras. Sonaba de fondo el diálogo de una película, de la cual no me había molestado en saber el título o la sinopsis. Siempre escogía él  lo que se reproduciría en su ordenador, porque ambos sabíamos la poca atención que le prestaba a la pantalla. “No te duermas, bebé” repetía cada vez que acomodaba mi cabeza sobre su pecho y pasaba una pierna sobre las suyas. Un suspiro salía de mi boca a modo de respuesta y en su rostro se dibujaba una media sonrisa. El mismo gesto que hacía cuando le insistía en que se pusiese mis guantes. Siempre estaba resfriado, pero continuamente negaba que tuviese nada que ver con su mal hábito de no ponerse bufandas ni capuchas. Argumentaba que no podía utilizarlas, porque su característico peinado no lo permitía. El mismo por el que yo deslizaba mis dedos y en el que me recreaba cuando manteníamos largas conversaciones tendidos en su cama, entrelazando temas banales y profundos. Sus ojos brillaban cuando hablábamos sobre algo en lo que tenía especial interés. Y cuando un silencio plácido se instalaba entre argumento y argumento, las miradas cómplices que intercambiábamos eran tan intensas que me hacían olvidar que quería ganar el debate... 


 


Pròxima estació: Provença. Correspondència amb metro, L3 i L5. Fijé la vista de nuevo hacia delante. Parpadeé varias veces. Un sentimiento de fastidio me invadió sin remedio. El convoy poco a poco iba reduciendo la velocidad, y la realidad me envolvió de nuevo. Las conversaciones ajenas y el sonido del metro al desplazarse por las vías sustituyeron sus dedos ficticios recorriendo mi espalda. Casi había podido sentir sus caricias. Había reproducido nuestros recuerdos tan vívidamente… El metro se detuvo definitivamente y el movimiento de la gente aproximándose a las puertas no tardó en producirse. El desconsuelo aplastó mi ánimo, pero me obligué a levantarme del asiento y bajar del vagón. Cada mañana me acompañaba el hábito de rememorar escenas del pasado. Y cada vez que se veían interrumpidas me sentía como cuando despiertas de un buen sueño e intentas volver a dormir inmediatamente con la esperanza de que lo podrás retomar de nuevo por donde lo dejaste. Esa ilusión todavía no la había perdido, aunque era una rutina que había estado repitiendo durante todo un mes. Pasado el fastidio inicial, me apresuré a hacer el transbordo a la L3. Quizás, si tenía suerte y conseguía encontrar un asiento libre, podría recrearme en una de nuestras últimas conversaciones…

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