La línea H6

Malila

 Una fugaz mirada en el espejo del recibidor fue la confirmación de que mi look era el adecuado para la entrevista de trabajo. Hacía calor, así es que coloqué mi americana por encima del bolso con sumo cuidado.


Ya solo faltaba que el autobús de la línea H6 no tardara mucho. Hubo suerte y llegó puntual, a la hora que anunciaba el panel luminoso de la parada. Nada más entrar me di cuenta de que estaba siendo objeto de muchas miradas, la mayoría de soslayo. Y además, a pesar de ir lleno, la gente se apartaba, cediéndome el paso como si yo fuera un personaje público o vete a saber qué.


Intenté ignorar la situación y me puse a observar a los pasajeros, como siempre me gusta hacer cuando voy en trasporte público. Entonces me di cuenta de que, si dirigía la vista a alguien que me estaba mirando, ese alguien desviaba sus ojos hacia el infinito, como si tuviera algo que ocultar. Necesitaba averiguar qué era lo que provocaban estas reacciones. Haciendo equilibrios para que no se me cayera la chaqueta, extraje el móvil del bolso, conecté la cámara y la puse en modo selfie. Sin embargo, la imagen que me devolvía la cámara no mostraba nada digno de atención; el rímel no se me había corrido, mis dientes no estaban untados de carmín y mis rizos seguían el mismo desorden de siempre.


Por suerte, alguien se levantó de un asiento cercano a donde yo me hallaba y pude acomodarme. Suspiré aliviada y me olvidé de que estaba siendo objeto de una atención inusitada. Comencé a consultar los mensajes de WhatsApp. Una vez leídos los de trabajo, me dispuse a leer los de los grupos familiares con sus consabidos saludos matutinos. De pronto, uno de ellos saltó a mi vista con fuerza. Y se hizo la luz.


Era un pantallazo que me enviaba mi hija y que decía lo siguiente:


“El bus H6 está plagado de carteristas. Y la gente es muy despistada. Si se te acerca alguien, hombre o mujer, que lleva un bolso colgado, y ese bolso tapado con una chaqueta por encima, es un carterista al 100%.”


Con disimulo, descolgué la americana de mi cartera y me la puse. No quería correr el riesgo de salir del autobús a bolsazos.


 

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