LA CAMA DEL LEÓN

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LA CAMA DEL LEÓN


 


A "Efímero" le gustaba pasearse en metro por el simple hecho de saltar de color en color, observando la vibrante y oculta actividad subterránea.


Lo conocí fugazmente en una de esas circunstancias pasajeras, marcadas por el destino a ser intensa y breve a la vez . No por ello, su recuerdo perdurará en mi para siempre.


¿Pero quién fue "Efímero"?


 


"Efímero" fue un ser relativo, insuflado de contubérnica prestancia contra el desaliento ambiental: un mero transportista temporal cuya personalidad se expandió más allá del simple comportamiento unipersonal. 


Su extremada habilidad para el juego evasivo rayó la perfecta exactitud del movimiento; quasi concordante con el malabarismo extrapolar. 


La imagen de él era -y no era- un reflejo disimétrico pululante contra el orden estático preestablecido. Siendo la duda insuflante para detectarlo, el secreto. 


Así mismo, su conformación fisonómica visual le permitía observar de arriba-abajo, a derecha e izquierda, - y sin el menor reparo simultaneo- hacia delante y atrás. 


Él era y no era: lo veías y ya no lo volvías a ver. 


Ese complejo entramado de metamorfosis consecuente le otorgaba un toque surrealístico a su insolencia presencial. Un toque personal transgresor que recorría su aura salvaje al margen de estrés y aceleraciones del cotidiano mundo humano.


Sencillamente, le sudaba un cojón lo que dijeran y pensasen de él. Porque "Efímero" -usurpador de la forma y el color- más que un simple y vulgar cohabitante del mundo irracional pensante, fue ante todo, la enésima maravilla del ilustrismo vivificante del saberse ocultar ante miradas que solo miran pero no ven.


"Efímero": Tú sí que supiste ver lo que había que ver.


 


-Así era "Efímero"

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