Cambio de opinión

Marjago

Cambio de opinión 


Tiene narices que para ir a buscar su patinete, Marco tenga que ir en bus, el transporte que menos le gusta. Lo bueno del caso es que este será su último viaje en bus; a partir de hoy ya no tendrá que compartir el trayecto con nadie más, tendrá más autonomía, llegará más rápido a todas partes y ahorrará dinero, cosa que le interesa porque con el sueldo que le han ofrecido…Lo que le cuesta el patinete, que no es poco, será una buena inversión para economizar en gasto de transporte.


-¿Quiere usted sentarse? De nada. 


Marco es un chico educado y de buen corazón que siempre se levanta para ceder su asiento a embarazadas, gente mayor, etc; o sea que se levanta al ver a ese chico con muletas y se queda en el pasillo, tan relajado y distraído mirando por la ventana que pasan unos segundos hasta que se da cuenta de que el billetero que le da el señor detrás de él es el suyo.


-¿Cómo dice? -Se palpa el bolsillo trasero del pantalón. 


- Tenga, que se le ha caído la cartera.


- Hosti, no me había dado cuenta, muchas gracias.


Vaya, pues se me cayó al levantarme. Sí que es verdad que hay gente buena en el mundo, al menos en este bus. Si es que… no estamos en el cielo, pero tampoco en el infierno. El único infierno que hay es este calor sofocante. Si este verano sigue así, las calles se derretirán un día de estos. El alquitrán se convertirá en una gelatina espesa y caliente que nos engullirá a todos. Excepto a mí, al menos ahora porque mira que se va bien en este bus: fresquito, sin agobios, contemplando el paisaje por la ventanilla… qué gozada… y qué melena. Esa chica que va cogida a la barra, tiene un cabello espectacular. A ver si puedo acercarme a ella para verla mejor. 


Ahora Marco está muy cerca de la desconocida y puede aspirar el aroma de la chica, que no parece que lleve perfume, ¿cómo decirlo? Es una fragancia natural, como cuando al principio de la primavera Marco siente el olor de los jazmines y las rosas en el terrado cuando sube a tender la ropa. Ahora se ha agarrado a la misma barra que la chica y sus manos distan sólo unos pocos centímetros. La mano de la chica se ha deslizado y roza la suya, cosa que no es accidental porque claramente ella está acariciándole el dorso de la mano y sonriéndole. Poco se acuerda ahora de su tan ansiado patinete, el autobús es un lugar para estar fresquito, encontrar a gente buena e interesante. No va a cambiar eso por un patinete, no señor. La chica ha dejado de sujetarse a la barra para cogerle la mano y ahora salen juntos del bus. Marco piensa que ella tiene una piel muy suave, que no quiere independizarse de esta chica, que tiene mucho para compartir con ella, que la rapidez está sobrevalorada, que el bono de transporte cuesta la mitad que el año pasado, que en el bus se va muy fresco y que la vida te conmueve a veces.

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