Había una vez

Elisa de Cremona

Yo la sin ventura Comtessa consorte de Barcelona, regenta en tu nombre de Girona, Osona, Cardona, Begur, Pontilis… con gran pesar y decepción he tomado la pluma para comunicarte a ti, Ramón Berenguer, nieto por tu padre, que Dios guarde y tenga en su santa gloria, que las sombras de la desavenencia y el descontento se han cernido sobre nuestras tierras.


Mi paciencia y la de tu -mi- pueblo se ha agotado y, por tanto, me veo en la obligación de declararte la guerra debido a la inexcusable demora en la finalización de las obras de la línea del autobús h16, dirección playa. No quieres que tu pueblo se distraiga en el baño y el bronceado.


Como gobernante de Girona, Cardona y todo lo que ya conoces, mi deber es velar por el bienestar y la comodidad de mis súbditos, y la conclusión de esta línea era crucial para el desarrollo y la prosperidad de nuestro condado. No obstante, tus negligencias y falta de atención han provocado una gran aflicción en mi corazón y en el de mis leales.


Durante meses hemos confiado, con paciencia y esperanza, que cumplirías con tu palabra de finalizar dichas obras en un tiempo razonable. Sin embargo, tus promesas se han desvanecido como un suspiro al viento y el tiempo ha seguido su marcha sin ver avance alguno. Es más, pérfido Ramón, están detenidas y el pueblo no puede favorecerse del sol ni del mar Mediterráneo como es su menester y deseo.


Este agravio no puede ser tolerado. La honorabilidad y el respeto que una vez compartimos se han visto mancillados por tu indiferencia y desinterés. Como respuesta a tu desdén, levanto mi estandarte y convoco a mis ejércitos para luchar en contra de tus tropas.


Que sepa Dios y los hombres que no me he decidido a dar este paso sin antes sopesar las consecuencias. La guerra no es mi deseo, pero como gobernante justa, no puedo permitir que el incumplimiento de tus responsabilidades quede impune. Seré la voz de mi pueblo que clama por una conexión fluida y eficiente hacia los destinos que anhelan: las playas.


Así pues, prepárate para enfrentar las consecuencias de tus acciones. Los tambores de guerra resonarán en nuestras tierras y las lanzas se alzarán en defensa de la justicia y el honor. No temas, nieto olvidadizo, pues en el campo de batalla, donde nuestras espadas chocarán, se decidirá el destino de nuestras tierras y nuestra relación.


Espero que reflexiones y reconsideres tus acciones antes de que sea demasiado tarde. Si decides rectificar y cumplir con tus compromisos, podríamos hallar una solución pacífica a este conflicto que nos divide. De lo contrario, los designios del destino nos llevarán por caminos inciertos y desdichados.


En la esperanza de una pronta resolución o un cambio de rumbo en tu proceder, te saludo con un pesar que solo la guerra puede aliviar.


Con determinación y coraje,


 


Escrita en la ciudad de Barcelona a veintitrés días de mayo


 


 


Ermessenda, Comtessa de Barcelona. Regenta de todos tus reinos.


 


 


(yo, Elisa de Cremona, escribana de cámara de mi señora la Comtessa, la fiss escribir por su mandado)

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