Maneras de reencontrarnos

Cigalilla

Todo empezó con un “¿tienes un mechero?”. Me paraste en la parada del bus, tu taxi no venía nunca y lo único que te quedaba por hacer era fumar en medio de la madrugada.  


- ¿No eres de Barcelona?


- No… me he perdido y no sé cómo volver a mi hotel


- ¿Y no sabes ir en metro?


Buscamos en Maps tu hotel y nos acompañamos del bus a la parada más cercana del metro. En medio de risas, nuestras manos se entrelazan. De repente, me encuentro envuelta de miradas de complicidad. Nuestros cuerpos van chocando mientras caminamos. Te miro y me das un beso en la nariz. Recojo tu beso con todo el aire que nos envuelve. Llegamos a la entrada del metro. Era tan de madrugada, que no había metros todavía. En las escaleras del metro intercambiamos todas nuestras vidas tras la reja cerrada de TMB…


- Mmm… ¿y qué te gusta?


Hablamos de manera tan fluida, que más que un desconocido me parece que nos estamos poniendo al día. Historias y más historias… WOW. Por primera vez en mi vida, no tengo una respuesta racional para la conexión que estoy sintiendo. Tiro suavemente de ti y nos observamos con atención y con ternura.


Nos miramos, me coges suavemente la cara con tu mano, me das una caricia y me besas. Me das un beso tan lento, que pude tocar cada célula de tus labios. Suave, todo suave. Desde tus labios, hasta el pelo, tu cara, tu ropa… Te acaricio como lo más real del mundo, soy consciente de mis manos. Te acaricio el contorno de la cabeza con la yema de mis dedos. Me sujetas muy bien por la cintura con una mano, y con la otra me repasas la mejilla. Jugamos en un movimiento sincrónico de placer. Un mordisquito para comprobar que eres real.


¿Seguro que solamente te conozco de hoy?


Me miras a los ojos, me besas lentamente toda la cara. Me encanta sentir, me encanta sentirte. Es abismal el contraste de tus solemnes caricias con lo acelerada que me va la sangre. Me dejo llevar por esa lentitud de encontrarnos cuerpo con cuerpo. ¿Llevo ropa? Juntamos nuestras caderas y seguimos con los besos. Vamos subiendo el ritmo, moviendo más las manos…


- Qué bien me sienta besarte. Quiero conocerte más.


Me fascinan tus brazos recorriendo mi cuerpo, recogiéndome en caricias y sensaciones espontáneas. Me encanta pasar la mano por tu cabello suave, me atrevo a presionar tu cabeza. Solamente soy capaz de sentir, de sentirme y de sentirte ¿cuál es la lógica de esta escena?


- Igual en la entrada del metro no es la mejor opción…


Paramos, me miras a los ojos. Tomo aire. WOW. ¿Estoy así solamente con un beso? Te miro a los ojos, hemos ganado una nueva complicidad. Sonrío, sonrío, sonrío y disfruto el momento.


Y así, absolutamente todo lo que compartíamos parecía encajar en una historia escrita. Allí, tras la reja de TMB cerrada tuvimos tal nivel de entendimiento que entre el placer de conocerte y el susto de estar fuera de control, en cuanto se abrieron las puertas del metro huí corriendo de lo que sentí. Esa conexión completamente desconocida, me dio tal pavor que quise irme antes de que empezase. Me fui, solamente sabiendo tu nombre y tu ciudad.


Pasaron días, semanas y meses y sigo pensando en este chico de Praga con el que estuve hasta el amanecer. Como en un cuento, las puertas de TMB fueron las campanas que me hicieron llegar a casa corriendo e interrumpir esta historia. Y de repente… caminando otra vez por el metro, donde empezó todo y me asusté, se ofrece un viaje a Praga por historias.


Este escenario ha sido el inicio ¿será también la apertura de un reencuentro?

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