UN AUTOBÚS LLAMADO DESEO

Kove

Iba yo con el H8 como de costumbre camino de HOSPI.


¡Paré en Ernest Lluch final de trayecto! dice la voz del hombre que nunca vemos y que todo el mundo conoce.


Entonces agarro el tranvía hasta Can Rigal, por cierto, tengo ganas de que aben ya las obras del tranvía entre Glòries y Francesc Macià, ya que pasa justo por al lado de donde vivo, me bajo y ando en dirección a Pubilla Cases, camino del locutorio donde voy siempre, y entonces fue cuando la vi.


Andaba con unos tejanos ceñidos, unos zapatos de plataforma y un jersey apretado. Jamás he visto una mujer más bien construida, en tan poca altura y sobre todo con una cara que obligaba a mirarla, ojos azules y pelo rubio, con aspecto de mujer de Europa del Este.


La verdad, con una sola vez ya me dio para darme cuenta de una sensación que tenía olvidada. Había vuelto. Es esa que no sabes cómo explicar pero que te hace tan feliz. Pasé el resto del día atolondrado pensando como podía volver a verla, así que al día siguiente volví a coger el H8, bajé en la misma parada y calculé la hora en que más o menos la vi , para esperar que volviese a pasar y si sería capaz de decirle alguna cosa... pero esperé un rato largo y no pasó por allí, ni este día ni los otros, los otros tantos que estuve esperando. Así que me desencanté y me di cuenta de que esa mujer no se iba a cruzar en vida, y que seguiría siendo un soñador al cual no le está permitido ninguna alegría con el sector femenino.

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