Túneles de Solidaridad
En el verano del año 2039, Barcelona se encontraba en medio de una crisis sin precedentes debido al cambio climático. Las altas temperaturas y la escasez de agua azotaban a la ciudad, sumiéndola en un caos desolador. En medio de ese caos, el Metro de Barcelona emergió como el último refugio contra el asfixiante calor. Como una especie de ‘Corte de los Milagros’ contemporánea, las estaciones subterráneas se convirtieron en un santuario para gran parte de la población sobreviviente de la capital catalana. Las estaciones subterráneas se convirtieron en santuarios para la población, un respiro relativo en medio del bochorno exterior.
A pesar de la conexión que brindaba el Metro, las desigualdades sociales se hicieron presentes. En las estaciones ubicadas en las zonas privilegiadas, aún se mantenía cierto orden y normalidad. Pero en las periferias urbanas, la situación era desesperada. La escasez de agua y alimentos era más aguda, y el calor se volvía un enemigo implacable. Los rumores de caos en estas estaciones creaban barreras como murallas invisibles en la infraestructura que otrora conectaba Barcelona.
En medio de este panorama, Clara, una joven de quince años nacida en el Metro, se convirtió en la voz de su comunidad. Junto con un grupo de voluntarios, se esforzaba por brindar apoyo y recursos a quienes más lo necesitaban. Clara nació en las profundidades del metro, una de las primeras hijas de la generación subterranea L3. Clara soñaba con un Metro unificado, sin desigualdades. Con determinación, comenzó a tejer conexiones humanas entre las estaciones, organizando encuentros entre comunidades y compartiendo recursos escasos. Así nació Línies Obertes, un sistema de intercambio de alimentos y ayuda mutua.
La solidaridad creció y las estaciones dejaron de estar aisladas para convertirse en barrios interconectados. A medida que los lazos se fortalecían, se implementaron soluciones innovadoras para obtener agua y cultivar huertos subterráneos. El ingenio colectivo permitió la instalación de paneles solares a través de pequeños tubos que se asomaban al exterior, y permitían generar electricidad suficiente para alimentar sistemas de enfriamiento durante horas críticas, y proporcionar alivio en medio del calor sofocante.
No fue fácil ni rápido, pero la persistencia y unión de la comunidad marcaron la diferencia. Las estaciones subterráneas se convirtieron en auténticos barrios donde la vida renacía y la solidaridad prevalecía. Línies Obertes se convirtió en un símbolo de resiliencia y transformación. El Metro de Barcelona se erigió como una comunidad unida que se negaba a aceptar las desigualdades como algo inevitable.
Clara se convirtió en un referente metropolitano, inspirando a otras comunidades a lo largo y ancho de la ciudad. Continuó liderando Línies Obertes, trabajando incansablemente para mantener la red de solidaridad y construir un futuro más equitativo.
Hoy en día, Clara sigue desempeñando un papel fundamental en la comunidad del Metro de Barcelona. Su liderazgo inspiró a otros jóvenes a unirse a la causa de Línies Obertes, y juntos trabajan para mantener viva la red de solidaridad y luchar por un futuro mejor. Hoy en día, como Coordinadora de Relaciones Interlíneas de TMB ostenta grandes logros políticos, los cuales incluyen establecer relaciones de intercambio con la comunidad de Rodalies e iniciar una serie de conversaciones sobre viabilidad de recursos con las comunidades FGC.