LA ESCALERA DE MI VIDA
En la escalera de la estación de Gorg pensó lo afortunado que era de llevar la vida que tenía al ver al mendigo de cada día pidiendo limosna. Como siempre, no le dio nada. Él pensaba que estaba ahí porque era un vago.
Había salido de su casa alrededor de las ocho, horario de señoritos, como gustaba recordarle siempre que podía su padre. Veía a la gente corriendo hacia el andén. Él no, él iba tranquilo. Su trabajo le permitía poder llegar tarde.
Ese día se había despertado con una sensación de frío intenso, un frío extraño para la época del año que era...
Pensó que a lo mejor era el efecto de la preocupación que no desaparecía de su mente. Su cabeza sólo estaba pendiente de encontrar la solución a su relación con su esposa, era lo único que empezaba a fallar en su paraíso de vida.
Habían tomado juntos el desayuno. Almorzaban lo mismo. Dos cuencos de leche con cereales, servidos por Luis, “el señorito”. Pero ese día al coger su cuenco de cerámica, se percató que se le deshacía en las manos, como si fuera de cartón, y al probarlo, ¡no!, aquello no podía ser leche y si lo era...se había agriado.
En eso estaban sus pensamientos cuando fue a bajar por las escaleras al andén y se cruzó con su compañero de juego de pádel.Le hizo recordar los buenos ratos que pasaba en el Club de Pádel “El Duende”.Lo mejor era la ducha después del ejercicio,la sensación de cansancio, el agua cayéndole en las partes doloridas del cuerpo,el olor a jazmín del jabón, sensaciones únicas…que en ese momento parece que las estuviera sintiendo, pero con una excepción, lo único que se le intensificaba en la mente era extrañamente el dolor. Dolor en los huesos.¿Podía ser del partido de ayer?
Llegó al andén dirección Fondo y cogió el tren camino a su maravilloso trabajo.
RRR…Qué ruido más raro...¿Se ha averiado el Metro?¿Qué pasa? Sí, ya no hablo en tercera persona. Decididamente soy yo, Luis. Pero…¿Qué me ocurre? No voy al trabajo pero estoy en el Metro. Observo una puerta abriéndose a mi lado con el logotipo de TMB.Tengo frío.¿Dónde estoy?¡Tumbado en las escaleras del Metro!¡No puede ser!...Alguien se acerca. Me pregunta si necesito ayuda, ha sido el empleado de la estación. Pero qué ayuda voy a necesitar si mi vida es un paraíso. Intento incorporarme pero me mareo. Ya sé…hoy no habré tomado mi cuenco de leche. Alargo el brazo para cogerlo, le pego un trago y ¡puafff!...eso no es leche, es vino en un tetrabrik. Me duele todo.¿ Será del partido de ayer? Miro un reloj de la estación.¡Las cinco de la mañana!Me dirijo al andén y allí no está mi compañero de juego.¿Estoy soñando ahora o antes, en tercera persona?
Parece que no sueño. Es mi realidad. He dormido en la escalera de la estación de Gorg. Me duelen los huesos de los escalones, no de jugar. No estoy mareado por no haber tomado mi cuenco, si no por tomar vino del malo en un envase de cartón. Me froto la cara y tengo barba de dos semanas…Ya no me afeito en el Club.Lo asumo. Soy un vagabundo. ¿Cómo habré llegado hasta aquí? Tenía una vida maravillosa.¿El separarme de mi esposa?¿Que me despidieran del trabajo?No lo sé. Cogeré el tren para ver si me lleva al trabajo perfecto que tenía y me devuelve a mi anterior vida, a esa vida en la que pensaba que todo estaba asegurado, en la que pasaba por las escaleras del Metro, unas veces subiendo, otras bajando,como había ocurrido con la escalera de mi propia vida...y veía a los vagabundos, pensando que a esa situación sólo podían llegar los demás, yo no…