Malditas neuronas espejo

Mari Pili

Cuatro de diciembre del veinte veintidós. 


Plaza España, en los albores de la medianoche, volviendo a casa acompañada de un nuevo amigo, con el que auguro hacerme vieja. Sentados codo con codo, tras un concierto bomba, con música en estéreo. 


Entonces miré, para verte, y te vi, con tu lindo perro en el regazo. 


Me enterneció ver tus ojos bañados en llanto. No osé decirte nada. A mi nuevo amigo tampoco. 


Para él era una historia demasiado conocida. 


Tu perro permanecía inmóvil, sabiendo cuánto le querías. Como te queríamos ya nosotros dos desde ese mismo entonces. Él sangraba de una pata en silencio y los tres llorábamos al unísono. También en silencio. 


Malditas neuronas espejo. 


Te hubiera acompañado al fin del mundo, con tu perro, con mi amigo de la mano, y en plena madrugada. 


Pero no hizo falta. Le acompaña Tmb, pensé. Es una suerte poder movernos así, aquí, cuando tanto lo necesitamos. 


Llegamos a plaza Cataluña y bajaste del metro. Apenas cinco minutos de trayecto. 


Nunca te dije cuánto te quise. No osé decirte nada.

T'ha agradat? Pots compartir-lo!