El tiempo y un inglés

Mariposa de papel

Siempre voy con prisas, pero el tiempo tiene su propio ritmo. No lo entendía, ahora sí. Una mañana salí a gestionar unos documentos para la empresa en la que trabajo, sin embargo, no conseguí cerrar ninguno de ellos. Enfadada conmigo misma por perder el tiempo tomé el metro en Sagrada Familia sintiéndome una intrusa en mi propia casa, una farsante incapaz de hacer nada bien.


Entró el convoy y subí sin mirar. Un codo impactó en mi estómago, me doblé de dolor mientras unos pasajeros bajaban y otros me empujaban hacia el interior: ¡Puto día de mierda! Grité sin intención de ser socorrida. El metro inició su marcha sintiéndome un ser insignificante, indigna de atención. Curiosamente la vida tiene sus propios atajos.


-Señorita ¿se encuentra bien? -El acento del desconocido delataba su origen foráneo, inglés quizás. Me giré para ver quién me hablaba y me topé con un tipo arbóreo que aproximó sus ojos de estrellas a mí.


-Perdón, señorita. No quise lastimarla.


Hay días que odias hasta el aire que respiras. Le contesté:


-Ovejita descarriada, ¿has perdido tu rebaño?


No entendió mi ironía y dijo:


-Yo no soy oveja, soy un hombre bueno. Estuve a punto de reír, pero estaba de mal humor y le mostré mi lado más antipático a pesar de lo cual me siguió en silencio como un corderito manso hasta mi trabajo.


Tras una mañana ajetreada intentando compensar el tiempo mal invertido en adelantar otros asuntos, salí a comer y reconocí a mi árbol plantado en la acera. Se aproximó a mí agitando sus rizos al aire.


-No quiero molestarla señorita, le hice daño y quiero compensarla -lo miré como se mira a una seta que crece en la orilla del mar resistiendo el oleaje y los pies groseros de los bañistas.


- ¿Puedo acompañarla a comer o invitarla a un café? Permítame disculparme. No fue mi intención estropear su día.


- ¿No ha venido a visitar la ciudad? Sus amigos lo echarán de menos.


- Ninguna ciudad, por hermosa que sea, puede compararse a una persona. Y nadie me espera, viajo solo -contestó. Me conmovió que un desconocido me ofreciese su tiempo como disculpa y le dejé acompañarme hasta la granja en la que comía cada día.


Pensé que se iría como las hojas que arrastra el viento, sin querer y sin dejar huella, como todos los turistas que son reemplazados como brotes de primavera, sin fin. El tiempo y la vida se entienden en secreto. Primero compartimos un bocadillo y una cerveza, un poco de charla a ratos perdidos después, un fin de semana juntos meses más tarde y ahora tengo a un inglés enraizado en mi vida.


Ahora adoro el tiempo perdido porque siempre me lleva a él y juntos lo hacemos renacer.


 

T'ha agradat? Pots compartir-lo!