Contactless

La Niñina

"Estoy bastante fastidiada de la cadera, sabe, y este frío no ayuda nada. A mi madre le pasó igual, fue llegar a los 73 y sufrir de huesos". 


Según mi madre, hace unos años era corriente subir al autobús y hablar con normalidad con otras personas, sin conocerse de nada. 


De la salud, del marido, de la vecina, del marido de la vecina y de la vecina del marido, que le quita la salud.


Hasta el más íntimo tema de conversación era válido, si cabía entre parada y parada.


Se rompía el hielo rápido. No había tiempo que perder. 


La secuencia consistía en atravesar el pasillo del autobús, tomar asiento y ladear la cabeza hacia otro pasajero, como señal de que tu relato estaba a punto de comenzar.


El autobús era un lugar social, de encuentro, casi de confesión.


Y, ¿hoy en día? Hoy, entras pagando con contactless, sin intercambiar dinero ni conversación.


Hoy, arranca el autobús y arranca el verdadero contactless, con una estremecedora falta de contacto humano. 


El autobús es hoy en día un escenario impersonal, casi reducido a un medio de transporte. 


O quizás somos nosotros los seres fríos e impersonales y así es tanto nuestro autobús como nuestra comunicación. 


La generación del dolor de huesos y palabra fácil se bajará en pocas paradas. 


¿Dónde dirigiremos entonces nuestro autobús? Probablemente seguiremos pagando con contactless pero, ¿a qué precio? ¿Nos habremos pasado de frenada? 


Podemos vivir en una ilusión de permanente conexión, pero hace meses que no respiramos el mismo aire, ni nos vemos las pecas. 


Recuerdo que a mi amiga Mariana le salieron un montón durante el último verano.


 

T'ha agradat? Pots compartir-lo!