El ataque de risa

Gioconda

Como cada tarde, las dos hermanas de 15 y 16 años cogían el metro en la estación de Horta para ir a clase en la Escuela Industrial. Ese día se sentaron tranquilamente y, al momento, se dieron cuenta de que enfrente de ellas estaba sentado el hombre más feo que habían visto nunca. Pero no era un feo cualquiera; era un feo para desternillarse de risa. ¡JAJAJAJA! Porque hay feos que dices: “Pobre, qué feo”, pero este feo era divertidísimo. ¿Qué hacer? Era del todo imposible no reírse a carcajadas, pero ellas eran educadas y no querían ofenderle. Mantenían sus caras serias y no se atrevían a mirarse; tan solo percibían cada una el abdomen de la otra como subía y bajaba a gran velocidad. Cuando al fin dejaron el metro, rieron con gusto y lo siguen haciendo 40 años después cada vez que recuerdan al hombre feo del metro. 


 

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