Baile en el vagón

D'Or

Cien años después...


Tengo esa edad en la que empiezan a cederme el asiento,pero aún no sé si puedo sentarme en los reservados.


Estoy agotada-voy pensando-el Metro a tope. Entro,miro y veo los reservados con un chico de mediana edad,una señora y dos jóvenes que no miran.


Se baja uno de los jóvenes y pregunto al mogollón: Os vais a sentar? Pero ella,otra joven con sus fantásticos auriculares,no me oye o pasa de mí y se sienta.


El chico de mediana edad reacciona y me deja el asiento,me dejó caer suspirando y ¡vaya por Dios! A la altura de mis ojos,otros ojos,más cansados que los míos y más mayores,por un momento dudo,me levanto y ella se sienta. El joven de enfrente muy atento me lo cede,me siento. Llegamos a una estación,una chica se baja y el joven se vuelve a sentar.


Nos miramos los tres y sonreímos. Hemos bailado los tres en un momento la danza del asiento.


Me bajo aún sonriendo,se cumplen cien años del funcionamiento del Metro y me da por pensar en la cantidad de personas que habrán cedido sus asientos a otros,que habrán bailado con otros...muchas. De repente me entristezco y pienso en los jóvenes de hoy en día,mirando el móvil y con auriculares,aislados de mirar a la gente y de ceder asientos y me vuelvo a entristecer al pensar que no son solo los jóvenes y pienso en lo importante que es no perder este gesto de Amor a los demás,este baile de cuerpos que buscan que quien más lo necesite pueda descansar en su viaje.


La vida empieza por lo pequeño,así que no pienso perder la costumbre de ceder mi asiento y seguir trasmitiendo este gesto cien años más.

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