El metro se convierte en biblioteca

Borges

Con motivo de la celebración del centenario de la TMB, la compañía había celebrado un evento commerativo el 23 de abril, día del libro. Para ello, había invitado a los mejores escritores de la historia de la literatura y había convertido el metro en una biblioteca pública. Podíamos ver a Kafka, Borges, Yeats, García Márquez y todo un elenco de personajes que habían ganado el premio Nobel. Era la ocasión perfecta para conocerlos y hablar con ellos en persona puesto que el ayuntamiento, con ayuda de los avances tecnológicos, había conseguido llevar a cada vagón al tiempo de cada escritor y ellos habían sido informados por vía telepática.


La compañía organizó el evento con todo tipos de detalles y un servicio de catering durante todo el día. Embarazadas, mayores y personas con dificultades de mobilidad iban y venían con acompañante durante la visita y los escritores estaban repartidos, uno por vagón, con pósters que anunciaban cada uno de sus libros más relevantes y una pequeña mesa donde firmaban sus libros con dedicatorias. Aquellos escritores que habían venido desde el más allá tuvieron la oportunidad de hacer aparición con un permiso temporal y espacial del ayuntamiento de Barcelona.


El metro disponía de vigilantes que controlaban el aforo, el cual era limitado y las entradas eran gratuitas. La ocasión era perfecta para preguntarles qué había después de la muerte pero entre las restricciones del evento estaba prohibido hacer preguntas personales. Podían aceptar regalos y una niña pequeña quiso hacerle un dibujo a Borges. Su madre le dijo, por qué le haces un dibujo a un escritor ciego cariño, ¿no es mejor algo que pueda tocar? Ella le dijo, mamá, yo se lo explico y él recordará mi voz cada vez que lo toque. Y así la niña dibujó una rosa roja, un príncipe y un dragón y le contó la historia de Sant Jordi a Borges, el patrón de los enamorados de Catalunya. Borges estuvo tan contento que ese día pudo ver con los ojos de aquella niña. Fue entonces cuando vio a un señor dormido enfrente que al parar en Plaza de Cataluña abrió lo ojos y vió lo que todos vemos cada día, gente saliendo y entrando, ningún escritor en el vagón y el póster de una obra de teatro de Borges en las paredes del metro. Bajó, se encontró a la niña del sueño entrando con su madre y un dibujo de un señor ciego en la mano.


 

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