La màgia de Llums Barcelona

Sensation Seeker

Como siempre, llegaba tarde. Salí de casa y dejé las llaves puestas por dentro. Como de costumbre, salí con prisas y me olvidé el reloj, la bufanda y la cartera, pero no importaba porque iba a ser el fin de semana más mágico de febrero.


Una vez en el metro pude pasar mi T-Jove con el móvil porque la descargué para ocasiones como esta… Aunque, por despistada, casi pago con el Google Pay, pero aquel día tuve más suerte. Después de unas cuatro o cinco paradas, llegué al metro de Glorias y aunque estaba emocionada por ver lo que se había preparado para Llums Barcelona este año, estaba intrigada y tenía una sensación que nunca había sentido antes; ésta era cálida, amable y me transmitía seguridad. Y aunque en aquel momento no supe identificarlo, cualquiera diría que fue un flechazo, pero, como bien sabes, prefiero decir que ese momento fue realmente un síntoma de amor. Porque, ¿cómo se supone que en un flechazo puedes evadirte de todo el ruido de personas y de los vagones del metro?


Al bajar del vagón e intentando esquivar a la gente, me tropecé porque tenía los cordones desatados. Al levantarme, ella estaba allí, delante de mí con una sonrisa tan radiante como cuando el sol quiere salir en pleno amanecer. Te prometo ,abuela ,que me moría de vergüenza. Chloe era guapísima y por culpa de sus pecas me quedé sin palabras y comencé a tartamudear. Literalmente no le di ni las gracias… tan sólo sonreí y subí corriendo las escaleras mecánicas como pude. Te juro que nunca había sentido tanta vergüenza. Seguro que pensó que era la tía más borde del mundo.


Al salir a la calle me quedé pensando toda la tarde en ella y tenía la esperanza de que nos fuéramos a encontrar en alguno de los puntos previstos. Cuando miraba hacia cualquier lado la buscaba entre la gente, pero como ya sabes, este evento atrae a muchas personas de todo el mundo. Además, era de noche y estaba ansiosa de poder agradecerle que hubiera sido maja conmigo y no podía parar de pensar en que me comporté como una estúpida.


Tras ver un par de horas de espectáculos de luces perdí el poco optimismo que me quedaba. Era tan tarde que al intentar volver a casa el metro estaba a punto de cerrar. Corrí para coger el último de la noche y aunque la tarde me encantó me quedé con un mal sabor de boca por no haber podido reaccionar frente aquella chica. Me puse mi música para no pensar y, al intentar buscar sitio para poder sentarme, y tras haber cruzado tres vagones, la encontré sin querer. Parece mentira abuela, pero, así fue. Entre toda la gente Chloe estaba allí. Me acerqué y le pedí disculpas por no haber actuado bien antes y… ¿Sabes qué me dijo? Que estuvo toda la tarde buscándome para poder invitarme a cenar. A lo que le contesté "¿En serio? Y me dijo “Pues claro, te vi con tanta hambre que pensé que por eso te comiste el suelo”. Le di un pequeño golpecito en el hombro, nos reímos como dos idiotas que se están empezando a conocer y por ahora, llevamos tres semanas hablando. ¡Quién diría que las historias de amor siguen presentes en el metro!

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