EL TÚNEL DE LOS OTROS

Xiquen

Barak, 30/12/2924-D.G.C


La Superficie


Poco había quedado de aquella civilización D.G.C. “Después del Gran Cataclismo”. El mundo conocido se desvaneció y en un segundo volvimos a arreglar las controversias a bombazos y garrotazos. 


Desde los ojos de un “undernauta” la tierra quedó hundida y desolada. Pero, como ya pasó una vez, alguien, como en un arca de Noé, pudo salvar a la estirpe humana.


 La superficie habitable quedó prácticamente estéril, cosa que me hizo pensar que, si hubiera habido algo de esperanza de vida, la suerte o el destino lo hubieran buscado en el subsuelo, entre búnkers, cuevas o túneles subterráneos.


 9ª Capa, Barak, décimo ciclo-embrionario.


La Barak de 900 años antes comenzó a construir una serie de túneles interiores bajo su ciudad para que dentro de ellos un gran gusano de hierro pasara entre raíles de un lado al otro con el objetivo de llevar a sus habitantes.


 Cada vez las obras del Metro, que así lo llamaban los “anteriores”, estaban siendo más extensas… y al estar bajo tierra y la ciudad encima, no todo era seguro por peligro de derrumbe y alguna fue abandonada y apuntalada. Esto mismo pasó en unas oficinas que estaba construyendo la TMB en un subterráneo de la Avenida Madrid. Esas obras quedaron paradas y clausuradas y con el tiempo fueron ocupadas por el equipo del furtivo Doctor Rodoreda: Un empresario farmacéutico que fue condenado por no tener ningún tipo de ética moral en temas de clonaciones humanas.


 La casualidad y causalidad de las investigaciones y experimentos del Doctor Loco, como lo conocían en los Telediarios, iban a volver a dar al mundo, sin quererlo, un nuevo comienzo.


 El inicio 


Los Otros conviven en grupos de unos diez. Aunque sean de carácter colectivo y recolector, su único objetivo se basa en la subsistencia individualista: Nómadas en la búsqueda de alimento.


 Barak tiene una flora simple. Sólo tiene raíces, tierra, roca y grutas. Los insectos y reptiles son, junto a los Otros, las especies que habitan.


Los Otros nacieron gracias, o por desgracia, a una fuga en las probetas de embriones que estaban en los congeladores nucleares que tenía el Doctor Rodoreda en su laboratorio clandestino.


 A partir de ahí, nacen unos seres que se alimentan, crecen y aprenden a comunicarse, a jerarquizar y a procrear. Van y vienen por los túneles buscando raíces y, cuando agotan las existencias, ascienden a otra capa sin preocuparse de nada más.


 La Raíz 


No es más que un grupo de siete Otros que ha encontrado una cavidad con una cantidad de raíces para acabar aquí sus días. Engullen hasta que su organismo no admite más. Una vez llenos, se tumban y se quedan dormidos en un feliz letargo.


 Pero no todo el colectivo duerme: Ata y Oto todavía no han comido lo suficiente y siguen curioseando en su recolecta. Algo les ha llamado la atención en una de las bifurcaciones del túnel: Es una enorme y rígida raíz.


 Esta pareja de Otros comienza a escarbar y a tirar de ella pero se les resiste.


Aunque los otros son seres sin expresión, Ata se empieza a impacientar y comienza a zarandear de un lado a otro la dichosa raíz hasta que cae al suelo.


Ese suculento manjar ya está al alcance para hincarle el diente y ambos, como animales de presa, se tiran sobre ella para morderla pero está muy dura. El caso es que, si hubieran sabido descifrar las letras que dictaba y que dejaron escritas sus anteriores habitantes, hubieran descubierto que en esa gran raíz verde de acero se podía leer: “Línea 3 - Sants-Estació”.

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