La vida en movimiento
Hay rutas que caminamos cada día y caminos que escogemos libremente marcados por un vagón matutino que aparece puntualmente casi al amanecer.
Bajamos esas escaleras casi automáticamente todas las mañanas con el ánimo de darle forma al día, clicamos un pase como si el clic de la vida lo pudiéramos renovar… miramos a quienes nos miraron a las mismas horas, en las mismas paradas, intentando descifrar qué sucesos les podrían acontecer.
Pensamos, reflexionamos grandes conversaciones con compañeros de viaje, transbordamos un pasillo encaminando decisiones y renovamos esos aires de optimismo de los que a veces carecemos bajándonos casi sin querer de esa parada que proporciona la vida que nos tiene que suceder. Vamos evolucionando, madurando, casi envejeciendo…pero el espacio de tiempo y lugar que un vagón de metro en una parada cualquiera de un color cualquiera de cualquier estación nos proporciona, hace que nos lleve y nos transporte a nuestras otras realidades y cada día nos devuelva sin falta a nuestro hogar, convirtiéndonos en parte de su relato.
Si ellos pudieran hablar, no ser material inerte dirían que tienen alma y corazón, han escuchado y han sentido… casi se han vestido como nosotros, han parpadeado bajo nuestros ojos y vibrado por las vías al ritmo de la musica que hemos tarareado… han estado en nuestra vida como nosotros hemos dado vida a la suya, poco a poco, paso a paso, año tras año desde 1924 hasta el día de hoy.