DESAMOR EN EL METRO

Graby

Recibo un mensaje bajando las escaleras eléctricas de la Línea 5 de la Estación del Metro El Carmel.


"Tenemos que hablar".


Me da una punzada en el pecho, se me hace un nudo en la garganta y las manos comienzan a sudar. Creo saber lo que viene, "Dime lo que tengas que decir" respondo. Los segundos mientras espero respuesta se me hacen eternos, tengo nervios, ganas de llorar y siento el palpitar de mi corazón en mis oídos. Tomo asiento en el metro en dirección Cornellà Centre, debo bajar en la estación Sagrada Família para ir a mi colegio, no logro apartar la mirada del chat del whatsapp. Escribiendo... Escribiendo... Escribiendo... "Lo nuestro no debe continuar, no sé cómo decirlo sin lastimarte, pero es que ya no siento lo mismo por ti.


Ya no tengo ganas de responder, me pierdo en el sonido del metro y las personas, los minutos vuelan y de repente... próxima estación, Sagrada Família.


Me bajo por inercia, me siento en los bancos frente al vagón, veo el reloj, siete menos cinco, no podré ir a clases, las piernas no me dan para moverme. Siento un vacío inmenso en la barriga, parecido a cuando tengo hambre pero aún más pesado, el nudo en la garganta no se me quita, me duele el pecho, es un dolor que nunca he experimentado. Comienzan a rodar solas las lágrimas, las personas que pasan a mi lado no me miran, van apurados del día a día, yo no los miro tengo la cabeza llena de un inimaginable dolor.


Aunque quiero parar de llorar no lo logro, me salen de lo más profundo lágrimas gruesas e incesantes, como las de una caricatura de animé. Me duele la cabeza del esfuerzo que hago al llorar tanto, entonces recuerdo su sonrisa, sus labios, sus dientes siempre me han gustado mucho.


Veo mi móvil y siento unas insoportables ganas de escribirle, decirle que se lo piense, que lo amo tanto que podría amar por los dos, pero no lo hago, mi orgullo es aún más fuerte que mi sufrimiento.


Estoy expulsando demasiados mocos y lágrimas a la vez, saco de mi mochila una camiseta extra que llevaba y la empapo de todos los líquidos que salen de mi rostro. Vienen a mi cabeza las voces de mis amigas, advirtiéndome que él ya no me amaba y que era cuestión de tiempo que todo terminaría, viene su voz a mi mente diciendo que necesita un tiempo, le digo que no, que para el amor no existe tiempo. Siempre soy muy exigente, exijo mucho a todo. Sabía que desde hace mucho todo había cambiado, pero no quería aceptarlo, mis 17 años no me permiten ver mas allá, siento que es mi único amor y sin él ya no volveré a amar.


Se acerca una trabajadora del TMB con su camisa a rayas rojas, a lo lejos escucho que me habla pero no logro oírla. Hago un poco más de esfuerzo para prestar atención y logro descifrar por el movimiento de sus labios que me pregunta si me encuentro bien, asiento con la cabeza. Me dice que la acompañe que pronto todo estará bien. Aunque le hago caso y camino a su lado, sé que no podré explicar el hueco que tengo en el pecho y el estómago y que además está equivocada, muy equivocada.


Esto pronto no se solucionará.

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