La cinta perdida de Stanley Kubrick
A finales de la década de los '60, el cineasta Stanley Kubrick alcanzó reconocimiento mundial por su película 2001: una odisea en el espacio. Basada en un relato del escritor Arthur C. Clarke, la cinta refleja el viaje existencial del ser humano desde sus orígenes hasta la era espacial, tratando temas como la soledad, la muerte, el desarrollo tecnológico y la inteligencia artificial.
Al acabar la película, Kubrick empezó a obsesionarse con una súper producción que narraría la vida de Napoleón, pasando varios años recopilando toda la información posible referente al histórico emperador. Sin embargo, todo aquel proyecto quedó frustrado puesto que su realización requería una ingente cantidad de financiación - cantidad que ninguna productora estaba dispuesta a pagar.
Por otro lado, parece ser que Kubrick nunca quedó del todo satisfecho con 2001. Entre otros motivos, Kubrick soñaba con recrear el viaje existencial humano, no ya en el espacio del futuro, sino en la tierra de su presente, en alguna metrópolis.
Es en estas circunstancias que, a principios de 1970, cae a las manos de Kubrick un relato breve del escritor catalán Manuel de Pedrolo, traducido del original catalán al inglés y publicado en una revista literaria londinense de gran tirada, la desaparecida A point of view. El relato en cuestión, titulado La línea 888, erige un presente apocalíptico en el que el protagonista, un barcelonés llamado Jordi Vivent, queda atrapado en un metro conducido por la propia máquina, como ocurre ahora con el de la línea 9; máquina que le impide abandonar el subsuelo, con la excusa de proteger al humano de la lluvia radioactiva que ha acabado con la vida en Barcelona.
Tras leer el relato, Kubrick quedó entusiasmado. En él vio la oportunidad que estaba esperando; una manera de superar el fracaso de Napoleón y de extender algunos temas que quedaron sin tratar en 2001. Al día siguiente de leer la obra, Kubrick se puso en contacto con Manuel de Pedrolo y ambos empezaron a trabajar conjuntamente y desde la distancia en lo que sería el guion cinematográfico, que llevaría el mismo título del relato. Una vez que el guion fue tomando forma y la película se proyectaba con más claridad en la mente de Kubrick, el cineasta estadounidense afincado en Inglaterra decidió hacer sus maletas y marchar para Barcelona.
Kubrick llegó a Barcelona el 4 de Abril de 1970. Una de las primeras cosas que hizo aquí fue, evidentemente, viajar en metro. En estos viajes fue acompañado frecuentemente por Manuel de Pedrolo, que le introdujo a la cultura catalana y a la idiosincrasia barcelonesa. También fue durante estos viajes en los que ambos discutieron sobre la personalidad de la Máquina, antagonista de la película, que llevaría el nombre de P3P (en el relato de Pedrolo, por cierto, no se menciona en ningún momento el nombre de la Máquina). Hablaron también del posible reparto y discutieron acerca de quién encarnaría al personaje principal. Pedrolo quería a Jack Nicholson, porque pensaba que podía reflejar mejor que nadie el ambiente paranoide del relato.
No se sabe de cierto qué es lo que truncó este proyecto. Se sabe que Kubrick acabó por volver a Inglaterra al cabo de unas semanas y en poco tiempo empezó a trabajar en La naranja mecánica. Manuel de Pedrolo, por otro lado, se puso a trabajar en El mecanoscrit del segon origen, una evidente secuela de La línea 888. Nunca sabremos lo maravillosa que hubiera sido esa película de Stanley Kubrick.