UNA SEMANA DE FEBRERO, O CUALQUIER SEMANA DEL AÑO
“¡Qué calentito tiene que ir con ese pijama puesto!, ya le gustaría al padre ir a trabajar así también... Son divertidas las Ordres Boges, me había olvidado que esta semana era Carnaval. ¡Ah y van a disfrazarse todos de abejas y la profesora de margarita! Jajaja, quedarán graciosos. Creo que me llevé de casa de los papas la foto que nos hicimos de granjeras con el Carnestoltes de 4º. Luego cuando llegue a casa la busco y la paso por el grupo; seguro que les gustará verse.
¡Ay, mi parada! A ver si me lo encuentro mañana otra vez.”
“No entiendo que las otras dos personas que viven con ella no digan nada. Imagino que no querrán meterse en follones por si pierden la habitación, pero es que la amiga tiene razón, si no se unen en contra de la otra, la situación no cambiará. ¡Por muy conocida que sea de la propietaria!, anda que me iba a quedar yo callada si encima de no limpiar, me roba comida y mete a ligues en la habitación cuando el contrato lo prohíbe.
Qué triste verse en esa situación. ¿Qué tendrá, 50 y largos? Trabajar tanto y que sólo te llegue para compartir piso con tres adultos más. Así nos va. Barcelona está imposible.”
“Y yo quejándome porque pensaba que mi miércoles había sido horrible… Se nota que está el pobre echo polvo. Algún rollo le estará contando, pero está claro que no se lo está creyendo. Tendrán que quedar. Estas cosas son mejor hablarlas cara a casa.
Jo me siento un poco incómoda escuchando la conversación. ¿Me bajo a la siguiente y me voy al otro vagón?, a ver si se va a poner a gritar. Yo ya estaría llorando.”
“Odio a esa clase de compañeros. Se equivocan y en vez de asumir su error, te lo intentan justificar en Condicional, en Plural y con Suposición - Quizá tendríamos que haber-. No. Tú fue el que hiciste la llamada, así que tú tendrías que haberlo previsto. ¿Qué no fue así?, no pasa nada, se llama de nuevo y se deja para mañana. ¡Todos nos equivocamos!
Es que está enfadada y con razón, a mí también me daría rabia estar siempre apagándole los fuegos a mi compañero y que luego se lleve él los méritos. Si por lo que dice la otra chica todos los del departamento piensan igual, lo tendrán que hablar... No es justo.”
“Yo diría que la mama le pone también zanahoria al sofrito. Y no ha dicho nada de ciruelas, que está bueno también con el toque dulzón. Esa receta de Fricandó era de la yaya.
Tendrá invitados a comer este fin de semana. Pues yo de ella dejaría comprada la carne esta tarde, que los sábados por la mañana el Mercado está lleno. Estoy pensando que tendría que ir yo también esta tarde a comprar.
Qué buen rollo parece que tenga con su madre. Ahora cuando salga, que dentro del Metro no tengo mucha cobertura, llamo yo también a la mía.
No sé si al final subieron al despacho a quejarse de la compañera aquella que me contó. Le contaré la conversación de las chicas de ayer. Me repetirá que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas, pero sigo sin ver dónde está el problema. Yo no juzgo, sólo analizo lo que pasa a mi alrededor. ¡Me sirve de inspiración para mis historias!, y me reafirma que no somos tan diferentes unos de los otros.
¿Habrá por ahí algún personaje basado en algo que me haya pasado a mí? Nadie está libre de ser observado.”
- ¡Hola mama!, ¿Qué tal, cómo ha ido la semana?