Reflejo
La vio reflejada a través del vidrio al entrar en su vagón. Aquella presencia habría quedado absorbida, incluso aunque su foco no se dirigiera a ella. Entró en el metro con intención de hacer su trayecto usual, pero le fue imposible dejar de prestarle atención a la persona que había observado.
Se sorprendió al ver como inmediatamente, la figura le devolvía la mirada. Con rapidez, dirigió su atención a otro punto. Se ruborizó con solo pensar en la situación.
Volvió a mirar y capturó aquellos finos rasgos en su memoria. Aparentaba una gran sonrisa, pero le pareció que escondían un largo viaje. Sus cansados gestos dejaban entrever un sobreesfuerzo pasado, quizá durante demasiado tiempo. No obstante, su sonrisa continuaba intacta, radiante.
Su boca parecía ser el resultado de unos grandes discursos relatados. A veces, era más fácil callar que decir. Incluso con ello, supo estimar que aquella persona era más valiente de lo que se veía a ella misma.
Se erguía entre la gente, solemne, pero amable. No miraba por encima del hombro. Se mantenía fuerte, atenta, consciente. Notaba la leve curvatura en su espalda, fruto de un gran peso que arrastrar.
Recordó sus ojos que habían aguantado mares de lágrimas y noches en vela. No pudo evitar sonreír.
Porque por encima de todo, aquella persona estaba allí. Más allá del peso de unas malas decisiones, del recuerdo de un corazón fragmentado y un laberinto sin salida.
Con todo ello, se entendió a sí misma en lo más profundo de su ser.
Al salir en su parada, volvió a mirar su propio reflejo. A sus ojos, ahora brillaba más.
Se dio cuenta de que, a veces, para alcanzar las estrellas, es necesario saber valorar el viaje antes que su destino final.