Ah, ahí viene en metro

Elvino

Bajando desde su piso en la calle Aragón y descendiendo las escaleras de l´estació Tarragona, Amina se desliza como un espectro en la noche. Sube al tren con la mirada perdida, arrastrada por una melodía lejana que resuena en su mente como un eco de sueños olvidados. El metro avanza con su cadencia hipnótica, como si la ciudad respirara a través de sus túneles.


 


La angustia es compañera, y llora sin abrir los ojos porque siente el peso de las despedidas. Los viajeros a su alrededor parecen sombras de otros tiempos, susurros de historias inconclusas que se disuelven con el traqueteo del vagón. Ella se pregunta si está despierta o si todo esto es un sueño del que no quiere despertar.


 


Pròxima estació: Espanya


La grandeza de la plaza la envuelve. A través de la ventanilla, las luces titilantes le evocan tiempos en que las avenidas eran ríos de caballos y carruajes. Por un instante, en su reflejo en el cristal del metro, ve una figura vestida de blanco, como una novia espectral, flotando entre las luces doradas de la ciudad. Siente que alguien la llama, pero solo es el silbido del tren avanzando a la siguiente estación.


 


Pròxima estació: Poble Sec


El aire se impregna de nostalgia bohemia. En los teatros de la avenida, los ecos de aplausos, las melodías lejanas... Todo parece una ilusión, como si la historia del barrio se filtrara en su propia memoria. En su mente aparecen los fantasmas de artistas olvidados, aquellos que alguna vez brillaron en los escenarios y ahora solo existen en los recuerdos de las paredes de los viejos teatros. Amina siente una extraña conexión con ellos, como si alguna vez hubiese pisado las tablas de un escenario y hubiese cantado una aria ante un público entregado.


 


Pròxima estació: Paral·lel


Las sombras del otro lado del andén se superponen con la realidad. Amina siente que su reflejo se mueve con un ligero retraso, como si alguien más la imitara desde un mundo invisible. María, Anna, Renata… nombres de espectros susurran en su mente. Se pregunta si ellas también viajaron alguna vez por estos túneles, atrapadas entre el sueño y la vigilia. Un leve escalofrío la recorre cuando una risa ahogada parece surgir del vagón contiguo.


 


Pròxima estació: Drassanes


Cuando las puertas se abren, le invade el olor a salitre y madera mojada. Antiguos astilleros, marineros que nunca regresaron, canciones de taberna... Cierra los ojos y por un instante se balancea como si estuviera a bordo de un barco que la arrastra a su destino final. Recuerda relatos de navegantes que se perdieron en el tiempo, arrastrados por corrientes que los condujeron a lo desconocido. Un hombre con un abrigo largo y sombrero oscuro la observa desde un rincón del vagón. Cuando parpadea, él ya no está.


 


Pròxima estació: Liceu


El tren se detiene. La melodía en su cabeza se vuelve más clara. La ópera resuena en el aire, Amina baja del vagón y emprende su sonámbulo paseo. Corre el riesgo de despertar, pero se salva. Habla en sueños. Sus pies la llevan sin esfuerzo hasta la escalinata del teatro. Alguien la espera… o quizás solo sea un fantasma de otra vida, donde la realidad y la ficción se entrelazan, donde las óperas y las vidas conviven en una misma dimensión. En su mente, los aplausos resuenan como un eco lejano. Se gira, sintiendo que alguien la llama por su nombre, pero el teatro sigue en silencio. La cortina roja está a punto de levantarse. No, no duermas. Tal vez esta vez, en esta función eterna de la ciudad dormida, sea su turno de cantar.

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