La gorra mágica

Carpanta

Se le estaba acabando el dinero del paro y sólo estábamos a día 10, estaba siendo un mal mes de un mal año y no le llegaba para pagar la residencia de su madre y sobrevivir. Tenía que conseguir dinero o acabaria recogiendo cartones. Pero cómo?


Iba divagando por la calle Aragón y pasó por delante de la tienda de numismática, que tenía más de 100 años de antigüedad, cuando de repente, vió en el suelo un papel verde que se parecía a un billete, se agachó a recogerlo y vió que era un ticket de Metro. Decidió que iría a ver a su madre en la residencia.


Cogió el metro en passeig de gracia, pagó, bajó al andén y se sentó, fué entonces cuando vió que había una gorra de época al lado suyo. Le hizo gracia y se la puso. Lo que pasó en los siguientes segundos no lo recuerda con claridad, pero cuando abrió los ojos vió que todo había cambiado, los techos eran de cerámica blanca, menos el emblema de la compañía que era de colores, la estación se llamaba ARAGÓN, había anuncios de cava y de anis en las paredes, la gente iba vestida como en los años veinte, todo era antiguo, hasta los bancos eran de madera. Incluso había plantas como decoración!! Entonces recordó: en 1924  inauguraron el metro! Todo era como cuando inauguraron el metro! Pero estaba soñando todo esto? Se pellizco y seguía ahí. Todo a su alrededor seguía igual. No estaba soñando.


Salió pitando a la entrada y había una garita con un hombre que llevaba una gorra como de ferroviario. Era el jefe de estación!


Le preguntó por el año en que estaban y le respondió que 1925.


100 años! Había viajado en el tiempo 100 años. Se sacó la gorra para secarse el sudor y como por arte de magia el milagro se deshizo, volvió a 2025.


Entonces se le ocurrió una idea, la tienda de numismática! se puso la gorra y salió pitando para allá. Después de cambiar su reloj por los sellos más antiguos de la tienda, se sacó la gorra y fue a visitar a su madre. Había que probar como le sentaba.


En cuanto se la puso, su rostro cambió a cara de alegría, era como si allá donde estuviera hubiera recuperado la


Felicidad.


Ahora sólo tenía que vender los sellos


qué había comprado en 1925 y  salir de pobre.


En cuanto a la gorra, se la pondría a su madre a diario y él iría haciendo viajes al pasado. Se iba a convertir en el mayor anticuario de Barcelona. Incluso podría trabajar por encargo.

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