Cuenta conmigo
Hay mujeres que se definen por lo que provocan: cortan la respiración, quitan el sentío, paran el tráfico... Pues yo más: yo soy capaz de parar el metro. Por eso estoy aquí, voy a frenar tu vagón porque así lo has querido. Me has invocado para el concurso y vengo a darte lo que quieres.
Con mi legendaria fuerza mental dejo tiesos a los engranajes espacio-tiempo hasta que el convoy exhala un suspiro hidráulico y se detiene en el túnel. Y ahí nos quedamos suspendidas, tú, yo y los viajeros, que enseguida perciben, y perciben bien, que esto es algo más serio que una cabezadita de cinco minutos en la que soñaron algo muy raro. Esto está pasando de verdad, te está pasando a ti, pero en cuanto notas mi presencia te pones histérica. Bien que lo siento porque no es mi intención asustarte, por eso he dejado las luces encendidas y el wifi, pero allá tú. Tengo todo el tiempo del mundo. De ti depende que todo acabe rápido y sigamos con nuestras vidas.
Sentadas cara a cara, rompo el hielo con una sonrisita de corderita. Sigues asustada, te noto claustrofóbica. Menuda valiente, ¿y tú quieres ser escritora?
¿Es que hay que explicártelo todo?
¿En serio tengo que decirte quién soy?
Podría contarte que desde mi balcón he contemplado las noches más bellas de Verona.
Que tuve una granja en África.
Aquí donde me ves, fui un Plymouth Fury del 58 con muy malas pulgas que atendía por Christine.
A Dios puse por testigo de que nunca volvería a pasar hambre.
Le robé el corazón a un hidalgo en un lugar cuyo nombre nunca olvidaré.
He envenenado manzanas con premeditación y alevosía.
Te he dejado leer mi diario durante veinte años.
He sido una chica salvaje en las marismas del sur profundo.
He dado lecciones de química disfrazadas de recetas de cocina.
Sé lo que hay al otro lado del espejo y al final del Arco Iris.
Le he dicho cuatro cosas al lobo feroz, he soñado con una cerilla y un bidón de gasolina.
También soy horrenda, encorvada y con verrugas, dueña de una increíble belleza. Soy un pestañeo y una eternidad, sublime y ordinaria, bondadosa, retorcida. Como de todo excepto perdices y mi destino favorito es la posteridad.
¡Por fin! Allá vamos... me estás mirando, tic tac tic tac, y ahora me estás viendo, me ves por fuera, por dentro, toc toc toc… ¿hay alguien ahí? Empiezas a imaginar quién soy, cuál es mi historia, qué pasaría si… ¡y ahí están! Las palabras… Venga, date caña, que esta gente quiere hacer pis. Abres una nota en el móvil… ¡Qué tía! Ahora se queda sin batería. Venga, rápido, saca la libreta y el boli, como en los viejos tiempos, abre, abre. Página en blanco. ¡Avante toda!
_Se paró el tiempo. Era una mujer fascinante…
La madre que la… me estás calentando y mira que soy de mecha corta. ¿Quieres escribir un relato o un anuncio de colonia? Vamos hombre, no fastidies… ¡borra eso! ¡Céntrate, obedece!
_Hay mujeres que se definen…
Ahí estamos, dándolo todo. Venga, otra frase, otra más, cuenta, cuenta… Vaya, el tiempo vuela cuando inspiras a una lela. Me tengo que ir, a otra prosa mariposa. Pongo el dedo en el abrepuertas y suelto energía para que el metro arranque, corra y hasta vuele. ¿Qué miras? No te despistes que te crujo, que te dejo la mente en blanco. Dale duro y hasta otra, si tienes suerte.
Mírala, ahí se queda escribiendo tan contenta, y a mí ni las gracias. Al final hará como todos. Dirá que la historia se le ocurrió mientras iba en metro, que fue ella quien me inventó. ¡Ay, el día que yo hable va a arder Troya!
No sería la primera vez.