Terapias
Terapias
Ya es tarde. Está cansada.
Entra en aquel vagón buscando con la mirada un asiento.
Ilusa.
Se queda de pie en estrecho pasillo intentado no pensar mas que en alguien que se levante y le ceda un sitio.
Se agarra a la barra para no perder el equilibrio. Desde que descubrió que el vértigo iba a ser su compañero de viaje perpetuo, no prueba a estar ni un segundo sin cogerse bien fuerte. Muchas noches llega a casa con las palmas de las manos enrojecidas y marcadas por las penosas huellas de sus uñas.
Absorta en no caerse y vislumbrar un asiento, se imagina un leve contacto en su pierna.
-Perdone.
Se fija en esa chica. Después de disculparse sigue hablando con su compañera, tal vez amiga.
No puede evitar escucharlas.
“-No tengo energía, me siento perdida, todo me viene grande, necesito una bruja o una vidente. No sé. Todo lo de mi madre me ha superado.
-Me imagino que perder a una madre es un golpe muy duro y hay un proceso de duelo que no se sabe cuánto va a durar.
-Bueno, todo se ha complicado al leer el testamento. Me ha dejado su empresa. ¿Y qué hago yo? No sé por dónde empezar. No sirvo para eso. Estoy superada. Necesito hablar con alguien, que me guíe, que me paute, que me diga qué hacer.
-Tengo unos amigos que tienen un centro de terapias naturales. Puedes pedir una cita. Son una pareja que creo te pueden ayudar. Son mi lugar de reconexión, siempre consiguen solucionar cualquier dolor físico o del alma. Te paso su contacto y tu misma.
-Perfecto, ya te contaré. Hoy me bajo aquí. Hasta mañana.”
Tampoco hoy ha conseguido sentarse. Tal vez mañana.
Se apunta el contacto en el calendario: llamar centro de terapias.