Eco de un centenario
Barcelona, 2024. En medio de los preparativos por el centenario del metro, la estación de Passeig de Gràcia era un vaivén de obras, técnicos y ruido blanco. Entre los andenes y los tramos cerrados al público, se abrían pasillos no registrados en los planos actuales, vestigios de una época más rudimentaria, más simbólica.
Clara Ripoll, arqueóloga especializada en estructuras urbanas, había sido contratada por (TMB) para documentar y exponer una serie de planos y documentos antiguos encontrados en una sala sellada durante la reforma. Pensaba que se trataba de archivos de obra. En cambio, encontró un enigma.
Los papeles, amarillentos y cuidadosamente enrollados, no solo trazaban líneas de túneles y conexiones. Había anotaciones en catalán antiguo, marcas geométricas que no se correspondían con ningún sistema de ingeniería moderno y una inscripción clara al margen inferior: “Obrir només quan tot torni a començar — 100 anys.”
Clara contuvo el aliento. Aquello no era un simple documento técnico. Era un mensaje.
Dedicó los días siguientes a contrastar datos. Las estaciones mencionadas —Cataluña, Aragón (actual Passeig de Gràcia), Diagonal, Lesseps— coincidían con las primeras inauguradas en 1924. Al superponer los planos antiguos con los actuales, detectó incongruencias espaciales: pasillos donde no debería haberlos, cámaras que parecían enterradas, zonas selladas con hormigón sin explicación. Todo apuntaba a una estructura secundaria oculta, diseñada al margen del proyecto oficial.
Pero Clara no estaba sola en su curiosidad. Un hombre, de traje oscuro y sonrisa quieta, comenzó a aparecer entre los operarios. No llevaba placa visible, pero todos parecían obedecerle. Un día, al salir de la estación, Clara notó que alguien la seguía.
La Fundació Aurora. Ese nombre apareció en una carpeta sin sellar que encontró olvidada en el despacho de obra. Una organización privada con vínculos a la antigua infraestructura, cuyos miembros, según informes de archivo, habían financiado parte del trazado inicial del metro... y también censurado documentos relacionados con sociedades secretas de la época.
Clara decidió seguir el rastro por su cuenta. Accedió a Lesseps tras su cierre nocturno. A través de un pozo de ventilación inutilizado, descendió a una galería olvidada. Allí encontró una puerta de hierro con inscripciones similares a las del plano. Estaba cerrada, pero algo había cambiado: el sistema de cierre tenía un hueco exacto para una pieza que Clara había visto dibujada en el plano. Un símbolo: una letra "M" entrelazada con una espiral.
Antes de poder hacer más, escuchó pasos. No había tiempo.
Guardó los documentos y salió sin ser vista. Aquella noche, mientras revisaba todo en su pequeño despacho, comprendió que el centenario no era solo un homenaje. Era una cuenta regresiva.
Y ella, sin saberlo, acababa de activarla.